Acaba de editar el escritor Use Lahoz la novela Los buenos amigos (Destino), obra en la que como anuncia el título la amistad es la base. Pero hay más: el misterioso y peligroso mundo de lo que todos escondemos.

Hay mucho de novela del XIX en lo que escribe...

He leído mucho el XIX y mi novela favorita es Madame Bovary, que es la gran obra maestra. La capacidad de ensoñación de la novela realista no la tiene nadie. Mi escuela es la realista. Si fuera muy talentoso, me costaría poco, pero me cuesta y he estado tres años con esta novela.

¿Le cuesta mucho 'cargarse' párrafos?

Sí, pero hay que hacerlo porque no aportan nada. Y ése es el gran drama para mí, renunciar a esos párrafos. Pero, bueno, la insatisfacción es el gran motor de la creatividad. Yo ahora cambiaría muchas cosas. Te acuestas pensando que has escrito algo deslumbrante y por la mañana te parece un horror.

Pero también hay que saber parar...

Sí, hay que saber soltar el texto, porque como el buen guiso, se hace a fuego lento, pero llega un momento en el que hay que comer.

Porque si lo dejas más ¿pierde frescura?

Sí, también. Y la clave es que sea humano. Los personajes tienen que ser humanos, yo los humanizo hasta en sus momentos más salvajes.

¿Los temas son siempre los mismos?

Las ambigüedades morales. En este caso, los dolores y disyuntivas que generan amor y amistad, los sentimientos más importantes del ser humano sin los que no puede vivir. Son los dos grandes temas: amor y amistad.

Y si le llevo al extremo, y ¿le pido que elija?

Yo creo que es más importante la amistad. Es lo que queda cuando ya no queda pasión, por ejemplo.

Hay gente que vive sin amistad, ¿lo concibe?

Bueno, se evitan el daño que puede causar. Es muy triste, pero es como el amor, la única solución contra el mal de amor es apartarse. La única solución es no entrar, porque amistad y amor pueden causar dolor, pero vivir sin amistad es imposible. En esta novela quería mostrar cómo cambia la amistad según la edad. El paso del tiempo nos va deformando y hace que no veamos las cosas de la misma manera. Un escritor es memoria, y eso es la entraña de un escritor, pero en una novela es todo mentira, yo reivindico la ficción inventada.

Y si el amor muere, ¿queda amistad?

La amistad es más poderosa. El amor depende de los fogonazos y la amistad depende más de la costumbre y dura más. El amor de pareja para ser sólido necesita una base sólida de amistad y si no es difícil que avance. A veces se resquebraja por eso.

¿Qué motivó esta historia?

La escena culpable de esta novela es una imagen en un bar de una señora fregando el suelo y dos hombres mirándola y pensé hay algo entre ellos tres, ¿qué hay? Y así estuve años pensando.  El gran conflicto de la novela: dos amigos se enamoran de la misma persona.

Un clásico...

No tiene enmienda, no.

Como lector, ¿lo que más le araña?

La novela realista y las que me cuentan una historia que hace que no duela. La literatura nos entrena para la vida. Esas que siempre perviven en mí. Esas que te cambian la vida.

¿Le sorprende que haya quienes no lean?

Es incomprensible, porque el placer de estar en la cama leyendo...

Y todo lo que uno aprende...

A un niño no le lees la factura de la luz, le lees un cuento, necesita que le cuentes historias. Es eterna la necesidad del ser humano de que le cuenten historias. Entonces ¿cómo sobreviven sin leer?  Soy profesor de literatura y soy escritor por culpa de mis profesores.

¿No escribía antes?

Cuando entré con 15 años en el instituto me cambiaron la vida los libros que leí. Era algo que me equilibraba, a mí me equilibra leer y escribir.

¿Le gusta enseñar?

Sí, es vocacional.

¿Y el libro que no le falla con sus alumnos?

Carreteras secundarias, de Pisón. A mí nunca me falla.

Nos educaron para tener tanto y nos hemos quedado con las ganas...

¿Nos dieron demasiado?, eso siempre se lo pregunta uno. Yo no lo he tenido nada fácil.

¿Puede perdernos una excesiva facilidad?

Sí, tenerlo todo y no hacer nada. Y también se aburren muchos de los que tienen todo. Nunca nadie está contento.

¿Nunca más escribirá de la felicidad?

Tampoco se puede decir que nunca más, pero lo hice una vez y es muy difícil. Por eso mi ídolo es Billy Wilder. Pero yo soy más de ¿para qué ser feliz si puedo ser normal? Vamos a ser normales, está bien así. En esta sociedad parece que estamos obligados a ser felices y no comparo eso, por eso para mí la normalidad es lo suyo y la mayor felicidad del escritor es escribir, poder escribir.

¿Antes era muy de extremos?

Sí, cuando era más joven, sí. La literatura me ha domado, me ha domesticado en mis ansias de felicidad.

¿Nadie es quien parece?

Es que todos somos unos desconocidos, no conoces a nadie del todo y tampoco lo quiero. Mis amigos, mi novia, todos esconden y escondemos algo. Y en la novela pues un poco más, porque es una novela.

¿Se puede leer una vez ha publicado?

No, porque si me leo sólo encuentro fallos.