El holandés Frans Post (1612-1680) fue uno de los primeros creadores europeos en ser testigo de las maravillas americanas. Para bien y para mal, el continente era entonces la gran novedad del mundo: de aquellas tierras llegaban sabores, paisajes y especies nuevas que inundaban de color la imaginación europea, los artistas se emborrachaban de aquellas impresiones, pocos eran los que podían verlas por sí mismos.

Vivió en Brasil de 1637 a 1644 y pintó paisajes de lugares de Pernambuco reconocibles por accidentes geográficos o construcciones, se enamoró de las masas de agua y dejó en las composiciones un gran espacio para recrearse en los cielos. Rindiéndose a la exploración naturalista, incluía a menudo pequeños animales y vegetación de la zona.

En el Rijksmuseum de Ámsterdam, la exposición Frans Post. Dieren in Brazilië (Franz Post. Animales en Brasil) celebra la obra del pintor con una colección de paisajes a los que se suma un importante hallazgo: el descubrimiento en el Noord-Hollands Archief —una colección pública de Haarlem, ciudad natal de Post— de 34 dibujos del autor hasta ahora desconocidos.

Encontrados durante la digitalización del archivo, son estudios originales que empleó después para añadir especies autóctonas a sus cuadros. Hasta ahora no se sabía de la existencia de ningún boceto previo a las obras y los organizadores se refieren a ellos como "eslabones perdidos".

Posiblemente inspirado por la labor del naturalista alemán Georg Marcgraf —su habitual compañero de viajes— el pintor dibujó con precisión y delicadeza armadillos, capibaras, jaguares, tapires, perezosos... Hasta el 8 de enero en la pinacoteca holandesa, la colección de animales se exhibe por primera vez al público junto a los paisajes y a una serie de antiguos animales disecados procedentes del Centro de Biodiversidad Naturalis de la ciudad holandesa de Leiden.

Cuando el artista llegó a Brasil, Portugal todavía peleaba por hacerse con la totalidad de la que sería después su gigantesca colonia en América. En el siglo XVII los neerlandeses intentaban quedarse con el noreste del territorio, atraidos por el próspero negocio del cultivo y la exportación del azúcar a Europa.

Dominaron Pernambuco y en 1636, para dar forma al poder colonial, nombraron gobernador de la zona al conde Juan Mauricio de Nassau-Kriegen. El noble católico no sólo era tolerante en lo religioso —se llevó a las Américas a socios protestantes y judíos—, también apreciaba la cultura y el conocimiento y reclutó a un grupo de científicos y artistas para documentar la flora y la fauna; el paisaje y los habitantes del territorio. Post era parte de esa tripulación curiosa.