Tienen hambre, se han comido a los dos perros de los científicos y ahora cercan a los propios investigadores. La situación es complicada. Un grupo de osos lleva casi una semana asediando las instalaciones de una misión rusa en la isla ártica de Troynoy. Al principio, era solo una madre y sus oseznos. Pero después de que los científicos lanzaran bengalas para asustarles, la manada ha crecido. Y ya es casi un docena de osos polares hambrientos agolpados.

Las autoridades rusas han lanzado desde un helicóptero más bengalas y varios perros para sustituir al que se comieron los osos. Todo, por intentar mantenerlos a raya fuera de las instalaciones. Mientras tanto, los científicos esperan dentro a que los osos desistan en su empeño. Atrapados siguen dos parejas casadas de científicos que se encontraban en la isla realizando mediciones meteorológicas.

Pero la misión se ha terminado. Los científicos ya no se atreven al exterior. Tienen mucho miedo. Uno de los osos ha llegado incluso a romper uno de los cristales de la instalación.

Pero las autoridades rusas tampoco quieren herir a la manada por los osos polares son una especie amenazada y su caza está prohibida en Rusia desde 1956. Esperan, por el contrario, que el hielo surja en octubre y los osos se desplacen otras zonas en busca de comida. La capa de hielo alcanza su máxima extensión al final del invierno y su menor extensión al final del verano, precisamente en este mes de septiembre.

No es la primera vez que ocurre algo parecido. Hace apenas un año otro grupo de osos acosó a un grupo de científicos, también en territorio ruso, en terreno continental cercano al mar de Kara. Actualmente habitan el planeta de 20.000 a 50.000 ejemplares de esta especie, siete mil de ellos en territorio del ártico ruso.

¿Por qué ocurren estos ataques ahora? El motivo parece ser el declive de las plataformas de hielo en el Ártico, producto del cambio climático. "El hielo ártico es su plataforma vital, pueden sobrevivir en tierra algún tiempo pero el hábitat del que extraen sus presas son las capas de hielo marítimo", considera Kristin Laidre, una experta del Centro de Estudios Polares de la Universidad de Washington.

Este jueves, Greenpeace ha pedido la protección urgente del Ártico ante el "nuevo dato de mínimo de hielo, 4,14 millones de km2, el segundo peor registrado y una prueba más de que la disminución alarmante de hielo continúa sin cesar".

Según la organización ecologista la disminución de hielo marino en el Ártico "tendrá consecuencias globales, desde alterar el aire acondicionado del planeta y las corrientes oceánicas hasta afectar los patrones de precipitaciones y la frecuencia de tormentas extremas". Los 10 registros más bajos han ocurrido en los últimos 10 años y la NASA ya reconoce que la reducción de la capa de hielo es "la nueva norma".