La visión de jabalíes merodeando por las calles se ha convertido en algo habitual para los vecinos de Las Rozas. Pero no es el único municipio afectado por este problema. Al menos otros dos, Galapagar y Torrelodones, también lo sufren, y cada vez con más asiduidad. La situación es tal, que en Las Rozas han llegado a montar un sistema de batidas «pionero en España», según el Consistorio, con el que se han capturado seis ejemplares en una semana.

Desde este Ayuntamiento se habla de superpoblación en la zona noroeste de la comunidad: «Hay diez jabalíes por kilómetro cuadrado, lo normal es cinco. Nuestro objetivo es cazar 80», aseguran.

Por su parte, en Torrelodones, fuentes del Consistorio confirman que la situación es «exactamente la misma que en Las Rozas», y en Galapagar, el portavoz del partido Foro Verde, José Luis Barceló, afirma que suele haber muchos en las parcelas y fincas cercanas a la sierra. Estos últimos años también ha habido avistamientos aislados en Sevilla la Nueva y en la capital: en los distritos de Fuencarral y Moncloa y en el sur de la M-30.

Las batidas de Las Rozas se basan en jaulas con cebos que, colocadas estratégicamente, atrapan al animal. Después de anestesiarles, y tras varias pruebas, son trasladados a cotos de Toledo y Ciudad Real. A algunos tendrán que sacrificarlos, ya que la costumbre de los vecinos de darles alimentos les ha domesticado, incapacitándoles para sobrevivir en el campo.

Para el Ayuntamiento de Las Rozas, el origen está en la sequía de 2004, que hizo que los animales comenzaran a bajar a por agua. Pero Teo Overhuver, portavoz de Ecologistas en Acción, denuncia que se debe a que las urbanizaciones han invadido el hábitat natural del jabalí.

Llegan desde la tierra... y el aire

No sólo jabalíes. Los animales salvajes que se adentran hasta la jungla de la ciudad también vienen por aire, como el buitre leonado de menos de un año que ha sido divisado estos últimos días sobrevolando edificios de la Castellana como el Bernabéu. Según los expertos, el ave debe encontrarse perdida y hambrienta, pero no herida. Ha venido a parar a la capital probablemente buscando comida o debido a «un despiste». El ejemplar se convierte así en vecino de otras rapaces que han elegido Madrid como lugar de residencia, como las crías de halcón peregrino halladas el pasado mes de mayo en la torre del Museo América o los halcones que ahuyentan al resto de pájaros del aeropuerto.

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