Quizá porque en el anillo universitario la velocidad está  limitada a 20, la innovación ha tardado  en llegar, pero cuando lo ha hecho se ha desbordado a tenor de los desperdicios que genera la construcción del edificio. Unas grandes planchas de corcho blanco, altamente cancerígeno, traspasan sus vallas, ocupando el paseo del «parque» creado por nuestro concejal. Es de todo menos tecnológico, ya que aquello parece una selva con un templo en ruinas (la garita que utilizaron en una obra cercana) donde anidan las ratas que cruzan por las vías abandonadas del tren que unía Murcia con su Universidad. En vía muerta está la innovación en la Región y lo que asoma por ahora es ese porexpán, muestra de nuestro nivel tecnológico. Me conformo con que en la inauguración aparezca la muchacha de Greenpace... y que inventen otros.