Son muy demandados electricistas o fontaneros, para los pequeños arreglos en casa, así como traductores, informáticos o cuidadores de niños. Otras habilidades curiosas que se intercambian van desde dar clases de baile, sevillanas o masajes hasta llevar a los más pequeños al cine o incluso ayudarlos a hacer los deberes.
La cadena de favores con tan sólo dos años en marcha es todo un éxito entre los 300 trabajadores inscritos de la comunidad universitaria, (profesores y personal de administración, puesto que no se han apuntado alumnos todavía), los únicos que hasta ahora pueden beneficiarse del servicio. «Con él se ha abierto una corriente de solidaridad», dice Muñoz. Más información, en www.sacu.us.es.
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