Nikolai Astrup, gran pintor de la diáfana y extraña claridad nórdica

  • Casi desconocido fuera de Noruega, donde es considerado un pintor nacional, Astrup capturó como nadie la insólita luz y el paisaje de Escandinavia.
  • Una exposición en Londres reúne una colección fascinante de obras del artista que dedicó su vida a capturar las zonas rurales en las que vivió.
  • Hijo de un clérigo que se oponía a la vida bohemia de los artistas, Astrup vivió modestamente y dejo una colección de numerosos óleos y grabados.
Óleo de Nikolai Astrup mostrando una fiesta del solticio de verano en Noruega
Óleo de Nikolai Astrup mostrando una fiesta del solticio de verano en Noruega
The Savings Bank Foundation DNB/The Astrup Collection/KODE Art Museums of Bergen. Photo © Dag Fosse/KODE
Óleo de Nikolai Astrup mostrando una fiesta del solticio de verano en Noruega

Si nos vemos en la necesidad de citar a un pintor noruego la opción inmediata, casi la única, es Edvard Munch (1863-1944), cuya mención es casi un cliché en estos tiempos en que el arte es la prolongación de un bazar. Una galería pública del norte del Gran Londres, la Dulwich, el museo más antiguo de Inglaterra, nos da un tirón de orejas, deja en evidencia el desconocimiento y redescubre a un artista que, de no ser porque la angustia vende y la moda se aprovecha de ello, debería estar a la misma altura que el autor de las cuatro versiones de El Grito, la síntesis del dolor que ahora se multiplica hasta el asco en camisetas y memes.

Obstinado con el arranque de un enamorado, Nikolai Astrup (1880-1928) se enfrentó a su padre, un clérigo —vicario de la localidad rural de Ålhus y a su vez hijo de un diputado en el parlamento noruego— que por intolerancia moral consideraba incorrecta la vida bohemia. El hijo logró afianzar una carrera artística viviendo con pocos medios de sustento, para cumplir un deseo personal. Si su coetáneo y compatriota Munch quiso expresar la angustia del ser humano lanzado al barranco del progreso, Astrup se limitó a un afán menos presuntuoso: mostrar el paisaje regenerador de una de las zonas más simbólicas del país, el municipio rural y rico en tradiciones vernáculas de Jølster, y pintar la no menos trascendente luz nórdica, diáfana y extraña. Es este último afán, que consiguió con creces, lo que coloca al injustamente desconocido artista en el mismo plano metafísico que habitaba Munch.

Bailes nocturnos y paganos

Nikolai Astrup: Painting Norway, que la Dulwich Picture Gallery anuncia entre el 5 de febrero y el 15 de mayo, agrupa 90 óleos, grabados y dibujos de un artista impulsado por un solo deseo: captar la quintaesencia de Noruega en el sentimiento y en la materia. Las obras son como un viaje al país rural de los bailes nocturnos y paganos en la noche del solsticio boreal, del inesperado colorido primaveral de los campos y las huertas, de la sensación de aislamiento y lejanía, pastoral y sublime, y, sobre todo, del brillo insólito de la luz nórdica.

De estilo y técnica expresionistas y decididamente modernas, Astrup [exposición integral en línea de sus obras], también era capaz de mostrar visiones menos edénicas: la nobleza adusta de un funeral poco concurridocamino de un pequeño cementerio rural y la referencia a las leyendas folclóricas, como en el tenebroso Spring Night and Willow Goblin, donde una deidad maligna surge de la silueta torturada de un árbol reseco. El artista fue también uno de los grabadores más activos y brillantes del país, con obras sobre ancianos, desnudos, alegorías bíblicas como la de Salomé, autorretratos y escenas de moribundos.

Tuvo ocho hijos y murió a los 47 años

Aunque tuvo cierta formación académica en una escuela de Arte de Oslo y luego viajó a Berlín y París, donde se enamoró del radical cambio de estilo que experimentaba la pintura en el cambio de siglo, con la eclosión de lenguajes nuevos que dejaban atrás el realismo para indagar en el sentimiento, el efecto de la luz y la expresión pura, Astrup, que se casó y tuvo ocho hijos, tenía una salud débil y murió prematuramente, a los 47 años, tras una neumonía.

Vivió gran parte de su vida en una modesta cabaña de madera que construyó él mismo en Sandalstrand —ahora llamado Astruptunet—, en la ribera sur del lago Jølstravatnet. El lugar, agreste, encaramado en la montaña y enfrentado a una cascada, fue convertido por el infatigable y mañoso artista en una especie de oasis, que hoy es un museo.

La incandescencia de la noche

La exposición contiene paisajes montañosos y de salvajes zonas escarpadas, escenas de interior de la casa pastoral paterna, el jardín y las granjas vecinas, un conjunto de obras que celebran las cualidades específicas de la luz del norte, sobre todo las noches de verano, como en el grabado coloreado Night in June (1905), donde de la nocturnidad emana incandescencia. En Rainy Atmosphere under the Trees by Jølster Vicarage (1908) la densidad de los árboles agitados por la tormenta parece tropical.

Partidario de aplanar los paisajes para que el primer plano no sea invasivo con respecto al fondo, los panoramas de Astrup tienen la capacidad de proporcionar al espectador la sensación de que está frente a una visión de 360 grados, notable en la que quizá sea la más hermosa de las pinturas del artista, The Main Midsummer Eve Bonfire(1915), donde la fiesta de las hogueras es mostrada con gran detalle pero sin dejar fuera al paisaje de fondo, una sobrecogedora serranía, alumbrada por otras fogatas, tan importante como la mujer embarazada que en primer plano se queda fuera del baile, el violinista o los frenéticos danzantes.

Artista capaz de hacernos sentir el paisaje con un "sentido de niñez" para que no olvidemos que se trata de "un lugar mágico de transformación potencial", Astrup rechazó caer en el "engaño estilística de la perspectiva aérea" para conseguir una "intensa inmediatez", dice el director de la galería, Ian AC Dejardin. El noruego fue "un hombre extraordinario y un gran artista" y esta exposición, la primera en el Reino Unido y una de las pocas organizadas fuera de Noruega, sera "una revelación", añade.

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