Muestra la reciente aceptación social de los transexuales de Cuba tras décadas de represión

  • La fotógrafa estadounidense Mariette Patty Allen publica 'TransCuba', un reportaje sobre la larga lucha de los transexuales de la república caribeña por sus derechos.
  • El libro narra las historias de Alaska, Alsola, Amanda, Malu, Nomi, Natalie, Richard, Tamara, Wendy y Yanet, que sufrieron la homofobia, el machismo y la injusticia.
  • 'Veo a los transexuales cubanos como metáfora del país: viven entre géneros sexuales en una nación que se mueve entre doctrinas políticas', dice la reportera.
Malu posa ante su casa, sus padres y hermana aparecen al fondo
Malu posa ante su casa, sus padres y hermana aparecen al fondo
© Mariette Pathy Allen - From the book 'TransCuba', published by Daylight
Malu posa ante su casa, sus padres y hermana aparecen al fondo

Cuando tenía 15 años, Malu se dedicaba a la prostitución en La Habana. Dos años antes le había confesado a sus padres que no aceptaba el sexo masculino con el que había nacido. En la familia, Testigos de Jehová y tan homófobos y machistas como la mayoría de la sociedad cubana hasta hace bien poco, montaron en cólera y echaron de casa al hijo "maricón". Se fue de Cienfuegos a la capital para caer en las redes de Charito, que se dedicaba a robar las llaves de los hombres con los que Malu se acostaba para desvalijar casas.

"En el 2006, cinco años después, me recoge un policía y me sancionan a dos años de encarcelamiento por prostitución", cuenta Malu. "En realidad me sancionan por peligrosidad, no por prostitución, la prostitución aquí no es un delito. Me mandan a Cienfuegos a una prisión de máxima seguridad. Apenas llegas te pelan el casco, para mí fue muy difícil el hecho de convivir con todos esos hombres pero yo me fajo y no tengo miedo".

Campos de concentración para 'desviados de la moral correcta'

Tras superar un internamiento en una Unidad Militar de Ayuda a la Producción, complejo eufemismo muy marxista-tropical para nombrar a los campos de concentración para aquellos "desviados de la vida moral correcta", Malu se convirtió en activista contra la homofobia. En 2008 salió a las calles de La Habana en la primera manifestación visible de los gay y transexuales de la isla. Soportaron insultos y agresiones, pero consiguieron que la administración reconociese la infamante persecución social y política contra los distintoscalificada como "una gran injusticia" por Fidel Castro en 2010—.

A los 28 años Malu, la activista transexual más conocida del país, tiene esperanza e incluso sueños. "En diez años me veo en Nueva York o California, por allá por los Estados Unidos. Tendré una gran empresa que me produzca muchos dólares para mis gastos", confiesa en el libro TransCuba, un reportaje sobre la larga lucha de los transexuales en la república caribeña y la vida diaria que llevan ahora, cuando sus derechos empiezan a ser reconocidos, la aceptación social ha mejorado y el Gobierno normaliza la situación legal —gracias, sobre todo, a la intervención del Centro Nacional de Educación Sexual que preside la sexóloga Mariela Castro, hija del presidente Raul Castro, gestor del histórico acercamiento entre Cuba y los EE UU—.

'Socialismo inclusivo'

La autora de TransCuba, la fotógrafa estadounidense Mariette Patty Allen, ve cierta semejanza entre el nuevo horizonte para los colectivos de Lesbianas, Gays, Bisexuales y personas Transgénero (LGBT) y los cambios políticos en el país y sus relaciones exteriores. "Mientras Cuba pasa de ser un estricto comunismo a un socialismo más inclusivo la sociedad ha ido aceptando cada vez más a las empresas privadas y las influencias del exterior se han ido haciendo más evidentes. Las minorías sexuales se están haciendo más visibles y menos deploradas dentro de la cultura machista del país (...) Veo a los transexuales cubanos como una metáfora de Cuba: personas viviendo entre géneros y un país viviendo entre doctrinas", escribe en el prólogo del libro.

El reportaje, recién publicado por la editorial sin ánimo de lucro y dedicada a los fotoensayos sobre justicia social y derechos humanos, Daylight [144 páginas y un PVP de 45 dólares], Allen, una fotógrafa con más de tres décadas de rodaje en las temáticas LGBT, Allen muestra la vida diaria de Alaska, Alsola, Amanda, Nomi, Malu, Natalie, Richard, Tamara, Wendy y Yanet.

Las diez transexuales —solo una se ha sometido a cirugía de cambio de sexo, legal en Cuba y cubierta por la red sanitaria pública—, que también escriben ensayos autobiográficos, demuestran la "creciente visibilidad y aceptación", tanto familiar como comunitaria, del colectivo en un momento de "transición hacia un modelo más relajado de comunismo", dicen los editores.

Llegar a Miami via Moscú

Además de Malu —definida por la fotógrafa como "una líder nata, organizada, determinada y generosa"—, las protagonistas con más presencia en el libro son Amanda y Nomi. La primera, que es VIH+, vive ahora felizmente con su novio y relata una extraordinaria y compleja peripecia: intentó escapar a Miami como balsera, fue interceptada por los guardacostas de los EE UU, encerrada en la base de Guantánamo y devuelta a Cuba. Luego intentó poner en práctica un plan desesperado: llegar a Miami vía Moscú, ciudad a la que era fácil volar desde La Habana.

En la capital rusa estuvo un mes. "Me enfrenté a salir a la calle a prostituirme. En Rusia la situación también es dificilísima porque hay mucha violencia. La policía persigue a los travestis en busca de dinero, los mismos clientes son muy agresivos. Uno tiene que estar fajándose, teniendo peleas con los clientes. Te pueden sacar una pistola, te agreden físicamente, te pueden hasta matar (...) Preferí regresar a Cuba (...) Hacer vida en Rusia no era lo mejor para mí, yo prefiero conservar mi vida a que me maten. Todavía hay posibilidades, lo que hay que hacer es esperar, esperar, esperar, esperar".

'Los jóvenes no usan condón'

La historia de Nomi es dura. Trabajó durante años como prostituta y también es VIH+. "No estoy lo suficientemente enferma para que me den el cóctel (de retrovirales), pero estoy cerca y mis números siguen empeorando. Todavía los jóvenes se siguen enfermando. Se juntan y después de un par de semanas uno dice: 'te amo', el otro dice: 'también te amo', y ahí mismo uno dice: 'no quiero usar más el condón' y el otro le responde: 'te quiero, no quiero estar solo'. No usan condón y se enferman, pasa mucho. La información existe pero los muchachos no le prestan atención, no piensan".

Las imágenes de la reportera son las de una testigo: momentos de ternura entre parejas y familiares, en el interior o frente a las viviendas, la alimentación y cuidados de un lechón de una semana al que desean engordar en casa para espantar el hambre y el racionamiento... Allen, que ha viajado tres veces a La Habana para concluir el reportaje, entrevista personalmente a las protagonistas y decidió publicar el libro en versión bilingüe español-inglés.

En el párrafo final del prólogo del libro, Allen escribe: "Las personas que forman parte de lo que nosotros llamamos transgéneros siempre han existido, pero comprender quiénes son y cómo pueden formar parte de la sociedad es un nuevo concepto. Espero que la nueva libertad que se empieza a experimentar en Cuba se manifieste en la manera en la que tratan a las minorías sexuales del país. Yo me imagino un futuro con una sociedad tan libre de juicio y prejuicio que las personas de género variante puedan actuar como maestros que nos enseñen cómo liberarnos de la rigidez de nuestros roles sexuales y encontrar formas alternativas de integrar nuestro cuerpo y mente".

Las leyes cubanas, que desde 2008 permiten la libre elección de género y desde 2013 prohíben la discriminación laboral y social por razones de sexo, aún no admiten el matrimonio entre personas del mismo sexo.

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