Vincent Van Gogh: verdades y algunas leyendas vivas 125 años después de su muerte

  • "Ambos se necesitaban mentalmente, algo de lo que no suele hablarse. Era una sujeción mutua", cuenta el sobrino del artista.
  • Universal como pocos, hasta las culturas más diferentes, como la japonesa, caen rendidas a su obra.
  • Por el aniversario de su fallecimiento el último gran acontecimiento tiene lugar en el Museo Van Gogh con la ambiciosa muestra Munch:Van Gogh.
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Autorretrato
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Autorretrato

Torturado, obsesivo, con tendencia a la depresión, no tan solo como se le ha pintado y tan fuerte en sus convicciones y tan seguro de su arte que hasta el final, a las puertas de la fama cuando se suicidó pegándose un tiro, Vincent Van Gogh (1852-1890) siguió fiel a su arte, su manera de expresión, complicada de entender en su momento, pero rápidamente entendida tras su muerte. De ella hace 125 años y el Museo Van Gogh en Ámsterdam despide el año dedicado al artista con la más ambiciosa ambiciosa muestra (80 cuadros y 30 dibujos) que enfrenta y une (como los mejorse matrimonios) al holandés con otra figura de igual altura, Edvard Munch (1863-1944).

No es sólo que se establezcan puentes en su arte y que ambos sean padres del expresionismo y el arte moderno, es que sus vidas tienen caminos parecidos. Ninguno se libró de las zozobras psicológicas llevadas al extremo, llegando a pasar algún tiempo en sanatorios mentales. Uno, el noruego, se sirvió sobre todo de la figura humana; el otro, el holandés, de la naturaleza, pero la meta era la misma: expresar los sentimientos. Se pueden mirar, juntos se exponen en la exhibición Munch:Van Gogh (hasta el 16 de enero), obras como El grito y El puente Trinquetaille y comprobar las coincidencias en sus representaciones.

Por primera vez los lienzos están juntos, no en habitaciones separadas, de modo que el visitante se enfrenta en una misma mirada a, por ejemplo, Autorretrato como pintor y Autorretrato en Ekely, de Van Gogh y Munch; Noche estrellada sobre el Ródano y Noche estrellada; La casa amarilla y La enredadera de virginia roja.

Van Gogh: el artista sin suerte

Amor. La mala suerte que corrieron sus obras en vida fue como una suerte de maldición que se extendió a su vida personal. En el amor tampoco la fortuna estuvo de su parte: todos sus amores acabaron mal. Desde el rechazo de Eugénie Loyer cuando tenía 20 años, el de su prima viuda, Kee Vos-Stricker, hasta el abandono, en este caso de él, de la prostituta Sien Hoornik. La vez que más parecía que le sonreía el destino en amores, con su vecina Margot Begemann (diez años mayor que él),  las familias se negaron a permitir la boda (ella llegó a intentar suicidarse).

Bebedor. Además de un fumador tan impenitentente como bebedor de café, era casi adicto a la absenta. Pasaba noches enteras entregado a pinceles y lienzo mientras bebía el más fuerte de los licores.

Compra. Sigue siendo recordado como el genio que murió sin haber vendido un solo cuadro (aunque uno al menos sí vendió, además de algunos dibujos). No obstante, y compras aparte, lo que sí es cierto es que Van Gogh intercambiaba cuadros con, entre otros, Toulouse-Lautrec y Gauguin.

Dependiente. Nadie puede negar que la dependencia de su hermano Theo era grande, pero para éste su hermano era también una figura fundamental: "Ambos se necesitaban mentalmente, algo de lo que no suele hablarse. Era una sujeción mutua. Theo pensaba que Vincent era grande. Estaba metido en el negocio del arte y animó la evolución pictórica de su hermano mayor. Vincent, por su parte, volcaba en sus escritos su alma. Se alimentaban uno a otro, y cuando llegó el suicidio, murieron casi al mismo tiempo".

Expresionismo. Tanto Van Gogh como Edvard Munch, juntos en la muestra más ambiciosa que se haya hecho de ellos jamás, son los precursores del arte moderno y los padres del expresionismo.

Familia. Los descendientes de Van Gogh se reúnen cada dos años en lugares de relevancia para el homenajeado. Este año el encuentro fue en Auvers-sur-Oise, por la presentación del Atlas de Van Gogh. "Entre nosotros hay de todo, ingenieros, juristas, historiadores o sociólogos, pero nada de pintores. Es imposible competir", cuenta Willem.

Gauguin. Fueron tan amigos que hasta para librar de un mal mayor a Gauguin, el holandés le exculpó de un fuerte ataque, del que había sido, según indican algunos estudiosos, absolutamente responsable.

Hermanas.  Que Van Gogh se enfrentara con su padre no supuso que rompiera con su familia. De hecho, tenía buena relación con sus tres hermanas (una de ellas acabó en un manicomio) y sus dos hermanos.

Impresionismo. Bebió del impresionismo y el posimpresionismo; y Manet, Pissarro, Monet, Toulouse-Lautrec y, sobre todo, Gauguin, fueron claves para él. A partir de ahí pudo llegar a su estilo, el que modificaría para siempre el arte.

Japón. "Fíjese, por otro lado, en la adoración de los japoneses", decía en una entrevista el sobrino biznieto, "cuando llegan al museo y ven las telas de los almendros en flor, la empatía es instintiva. Hay algo en la exploración de uno mismo que les atrae".

Kristiania. En 1880, decidido ya a ser artista, acude Van Gogh en la Real Escuela de Arte y Diseño de Kristiania (Oslo).

Locura. No hay (o sobran las etiquetas) nombres seguros para nombrar ya no los desarreglos mentales del genio sino los de cualquiera. Que los sufría ha quedado claro, y nadie, ni sus descendientes, ha tratado de desmentirlo. Su arte le obsesionaba y sufrió varias depresiones.

Munch. No sólo acudió a la misma escuela y en el mismo año, 1880, sino que compartió el holandés con Munch tantos paralelismos que sorprende cómo se ha tardado tanto en llegar a juntarlos en una muestra: su obsesión por el arte, su manera de pintar, su apadrinamiento del arte moderno y sus dolores 'sin nombre' más íntimos y también más psicológicos.

Novedad. El sobrino del genio ofrece una imagen algo novedosa del artista cuando le aleja del mito de hombre aislado y solitario: "Intenso, conflictivo, trabajador y estudioso sin descanso. Seguro. Chocó con Gauguin, sin duda. Pero era amigo de sus contemporáneos, salió a pintar al campo con Seurat y compartía tardes con ellos en los cafés de París".

viÑedo. Es la única obra de la que hay constancia de su venta (en vida): El viñedo rojo.

Oreja. Es la historia más famosa del artista: cómo él mismo se automutiló la oreja. Sin embargo, hay otras versiones, como la de los alemanes Hans Kaufmann y Rita Wildegans en su libro En la oreja de Van Gogh: Paul Gauguin y el pacto del silencio, en el que aseguran que la perdió tras una pelea con Gauguin, quien se la cortó dando así fin al enfrentamiento. Kaufman matiza que no está del todo claro si se trató de un accidente o un acto intencionado de herir a Van Gogh, pero lo que sí plantear menos duda es que los dos decidieron dar la versión de la automutilación a la policía para proteger a Gauguin.

Prostituta. Fue a la única mujer a la que dejó él: la prostituta Sien Hoornik, que, madre de una niña y embarazada de otro hombre, inspiró la compasión del artista y lo movió a estar con ella. Pero la piedad que no duró para siempre.

Qué. Era lo más importante, no vender su obra, sino qué decían o podían decir los expertos.

Religión. La religión fue uno de los caballos de batalla de su padre, empeñado en que su hijo siguiera sus pasos, y al que adoctrinó hasta el agotamiento, llegando Vincent a dar sermones en una iglesia.

Suicidio. Vincent se suicidó pegándose un tiro, que le causó la muerte el 29 de julio de 1890. Tenía 37 años; su hermano Theo, de 33, le sobrevivió solo seis meses (falleció de sífilis).

Theo. El hermano menor y apoyo de Vincent (las casi 800 cartas que recibió Theo de Van Gogh son el más valioso testimonio de su relación y la vida del artista), marchante de arte con buena fortuna, fue decisivo en el conocimiento y reconocimiento de artistas impresionistas como Claude Monet y Edgar Degas.

Última. Fue su último amor: Agostina Segatori, propietaria del café Le Tambourin y antes modelo de Corot, Delacroix, Jean-Léon Gérôme, Manet y de Van Gogh. La historia tuvo mal desenlace: ella no sólo se quedó sin el local sino que perdió los lienzos que del holandés se había quedado.

Viuda. Fue la viuda del hermano y protector de Van Gogh, Johanna Bonger, quien verdaderamente logró que Van Gogh alcanzara la fama. Tras morir su marido, y con un bebé y 450 pinturas y 700 dibujos de su cuñado, se puso como fin hacerle valer. Ella creía, como Theo, firmemente en él. Y logró el objetivo, eso sí: a con mucho trabajo y esfuerzo, organizando exposiciones y vendiendo obras a colecciones y museos.

Willem. El sobrino biznieto de Van Gogh, que lleva también en primer lugar el Vincent de su tío, se presenta sin embargo como Willem: "Ya hay demasiados Vincent en la familia". Asesor del museo que lleva el nombre de su tío en Ámsterdam ha intentado y sigue en ello cambiar algunas de las leyendas aún vivas en la biografía del genio.

X. Ni una sola alusión a tema amoroso o sensual (mucho menos 'X') existe en la obra del holandés, que se sirvió siempre de la naturaleza para dar salida a sus emociones, punto fundamental y motivo de su obra.

Yo. No dudaba de su yo artístico, hasta el punto de afirmar que no hace falta que firme sus cuadros pues "seguramente reconocerán mis obras más tarde, y escribirán sobre mí cuando esté muerto."

Zola. Igual que no le fueron indiferentes los cambios sociales y prefería cualquier retrato aunque que el de la burguesía, le fascinaban las novelas, exponente del más crudo realismo, de Zola.

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