Nombrado líder provisional de la conservadora Nueva Democracia hace tan solo dos meses, Vangelis Meimarakis ha conseguido en este cortísimo espacio de tiempo cohesionar al partido y remontar en las encuestas, hasta el punto de que ahora puede acariciar la victoria en las elecciones de Grecia este domingo.

Durante su trayectoria en Nueva Democracia, Meimarakis, de 61 años, experimentó una profunda metamorfosis, que lo llevó de ser exponente del ala más conservadora hasta el político moderado que es en la actualidad.

Inmediatamente tras su nombramiento, Meimarakis, que en el pasado formó parte del sector más tradicional de Nueva Democracia, rompió con la política derechista de su predecesor, el ex primer ministro Andonis Samaras, y dio un giro al partido hacia el centroderecha.

Una de sus primeros gestos visibles fue adoptar un discurso mucho más conciliador que el de su predecesor hacia el líder del izquierdista Syriza, Alexis Tsipras, a quien Samaras ni siquiera daba la mano.

Este acercamiento se tradujo en hechos reales cuando Meimarakis y su grupo parlamentario respaldaron al Gobierno de Tsipras en las tres votaciones necesarias para sellar el tercer rescate, un apoyo que posibilitó la firma del programa de asistencia, pues al primer ministro se le habían rebelado muchos en sus propias filas.

Meimarakis aprovechó la escisión que el rescate provocó en la izquierda para promover una gran coalición con Syriza que, a su juicio, es la única vía para que el país salga de la crisis.

Aunque Syriza rechaza la gran coalición, buena parte de la población, harta de seis años de confrontación entre la izquierda y la derecha por la crisis, ve en ella la esperanza para volver al crecimiento.

Meimarakis demostró el giro a la política de Samarás en el primer discurso ante el grupo parlamentario de su partido, cuando declaró que "el espacio político natural de Nueva Democracia es el centroderecha, donde la situó su fundador Konstantinos Karamanlís".

Su primer éxito personal fue obtener el respaldo unánime del grupo parlamentario para prolongar su mandato provisional hasta la primavera de 2016, cuando se prevé tenga lugar el procedimiento de elección del presidente de Nueva Democracia.

La estrategia seguida por el nuevo presidente ha aportado ya los primeros frutos, pues mientras en julio las encuestas situaban a Nueva Democracia más de veinte puntos por detrás de Syriza, ahora ha logrado remontar hasta el práctico empate, si bien todavía sigue por detrás de su resultado en las elecciones de enero, uno de los peores en la historia de este partido.

Su discurso directo, su lenguaje popular —callejero, en opinión de algunos—, ha contribuido mucho a la resurrección de Nueva Democracia.

Meimarakis ha conseguido igualar la popularidad de su rival Tsipras, quien incluso después de la firma del tercer memorando gozaba de una aprobación superior al 60%. Según algunos de los sondeos más recientes, Meimarakis es ahora más popular que su rival de izquierdas.

Es hijo del diputado conservador Ioannis Meimarakis y fue uno de los primeros militantes de las juventudes de Nueva Democracia en 1974, tras la caída de la Junta de los Coroneles.

En marzo de 1979, mientras Nueva Democracia celebraba su primer congreso y su fundador, Konstantinos Karamanlís, entonces primer ministro, preparaba su paso a la presidencia de la República, Meimarakis fue uno de los protagonistas de un movimiento de críticos que exigían la modernización del partido.

Desde 1989 es diputado de Nueva Democracia y antes de ocupar la cartera de Defensa, desde 2006 a 2009, fue viceministro de Deportes en el Gobierno conservador de Konstantinos Mitsotakis, desde 1992 hasta 1993.

Tras las elecciones de junio 2012 fue elegido presidente del Parlamento, cargo que mantuvo hasta las elecciones del pasado enero.