No hay nada como tomarse un tinto de verano cerca del rompeolas. Es un valor añadido que sólo ofrecen los chiringuitos cada temporada estival, un preciado bien que da mucho dinero y que están dispuestos a defender con uñas y dientes.

Pero no se preocupen porque, por el momento, los de Granada no se moverán un metro. El Gobierno central estudia con los empresarios del sector –a nivel nacional– posibles desplazamientos de los negocios para alejarlos unos metros hacia el interior. La idea es pegarlos a una línea imaginaria que protege el dominio público marítimo terrestre, esto es, la zona más próxima a la orilla.

Si bien, en nuestras playas «no habrá cambios dramáticos» para los hosteleros o sus fieles clientes, adelanta el presidente de la Asociación Provincial de Empresarios de Playa de Granada. Francisco Vega afirma que la ubicación del 95% de los restaurantes de aquí cumple con la legalidad, tanto en «el espacio que dejan entre ellos, como en la distancia –variable– que mantienen con respecto a la orilla desde el principio».

Permisos por confirmar

Sin embargo, la tranquilidad puede que no dure mucho, ya que a más de la mitad de los chiringuitos de la provincia – hay 52, según la asociación– se les ha caducado la licencia y esperan una respuesta del Estado, según han confirmado a 20 minutos fuentes de la Dirección General de Costas.

«Ya se han pedido las renovaciones, pero los trámites están parados, a la espera de que el Ministerio de Medio Ambiente traspase las competencias de Costas a la Junta de Andalucía», matiza el presidente de los empresarios granadinos de playa.

Las licencias, congeladas

Hasta que no se resuelva ese traspaso, no se darán más licencias para chiringuitos dentro del dominio público marítimo terrestre. Ahora bien, «en el límite municipal – suele coincidir con los paseos marítimos– sí, porque ahí los permisos los da cada Ayuntamiento», puntualiza Vega.

Habrá un parón en el crecimiento del sector, pero el granadino «seguirá en alza», ya que «los negocios se han desarrollado de forma moderada», a diferencia de lo ocurrido en otras provincias como Cádiz, Málaga o Huelva.