Nacido en Estambul en 1937, formado en Alemania (se licenció en Economía), afincado en Grecia y uno de los más célebres escritores de la actualidad, es además de uno de los mayores y más comprometidos intelectuales de nuestro tiempo. Acaso por ello Petros Márkaris no dudó en plantarle cara al desastre económico con su popular detective Kostas Jaritos y hacer la Trilogía de la Crisis, a la que pone fin con una cuarta novela, que es el epílogo: Hasta aquí hemos llegado (Tusquets).

No disimula su indignación ni su enfado durante la charla con los políticos y buena parte del mundo. Y lo hace con argumentos difícilmente rebatibles. Cuesta creer, por mucho que insista, que su policía Jaritos no protagonizará más novela negra de la crisis. El género perfecto para hablar de lo que está pasando. Aunque sea, y haya sido, como él mismo dice "agotador".

¿De verdad que hasta aquí ha llegado con la crisis? ¿No habrá más novela negra con ese escenario?

Es el final de mis novelas sobre la crisis. Estoy harto.

Pero ya lo dijo con la anterior, la que teóricamente cerraba la serie, la novela Pan, educación, libertad...

La razón de que haya escrito una más es que faltaba la gente normal. Nunca vuelvo a leer lo que publico una vez está ya revisado y corregido, sólo lo hice con la Trilogía. Y vi que que estaban banqueros, evasores, políticos, pero que no estaba la gente normal. Por eso escribí una más en la que la gente normal protagonizara la obra.

¿Y qué piensa Márkaris de la gente normal?

La clase media ha tenido que vivir tiempos muy duros y parte ha quedado destruida. Es la que ha pagado el precio más alto, pero también creo que la clase media es en una gran parte responsable de lo que ha pasado.

¿Por qué?

Porque ha aceptado vivir por encima de sus posibilidades, y han asegurado ese alto nivel de vida con dinero prestado. Así que también son los responsables. Y han seguido votando a quienes crearon esta bonanza virtual. No son inocentes.

¿No ha habido siquiera una parte de esa clase media que haya dicho hasta aquí hemos llegado?

En Grecia hay un problema muy grande: tenemos un sector público enorme y ha sido el privilegiado del país. La clase media no tiene poder para pararlo, no puede parar esta caída. Otro problema es que Grecia es un país pequeño con una economía pequeña y ha vivido gracias a la clase media, y ahora que está destruida, ¿quién va a hacer que se mueva la economía?

Se lo pregunto a usted como persona que estudió Economía, ¿cómo se puede empezar a mover?

Comenzaría quitando poder y presión al sector público para dárselo a la clase política. Intentaría cortar flujos de dinero que van a actividades inútiles del Estado y trataría de ayudar a la clase media para establecer relaciones con inversores extranjeros. Es la única manera de que pueda empezar a respirar. ¿Que si propongo dar la riqueza del país a los extranjeros? No me gusta, por supuesto que no me gusta, pero no voy a destruir el país diciendo: no estoy de acuerdo.

No hay espacio para idealismo o utopía...

Hace tres meses me preguntó un profesor de Políticas si sigo estando con la izquierda. Le dije: estoy buscando la izquierda.

¿Se perdió para siempre?

No lo sé, espero que no. La democracia necesita un equilibrio. Si acabamos con ello, nos vamos a los extremos. Pasa con el gobierno de Syriza: estoy muy en desacuerdo pero quiero que lo logren, porque si no será Amanecer Dorado lo que nos espere.

¿Su mayor objeción a Syriza?

La coalición con extrema derecha. No es la primera vez que se hace una coalición entre izquierda y derecha, pero cada vez que se unen la izquierda y la derecha la izquierda es la perdedora.

¿Cómo vio la visita de Pablo Iglesias a Grecia y a Syriza?

Siempre oigo decir que llega Podemos y que Europa está cambiando... y, bueno, hay un turco que dice: No pongas el carro antes que el buey, porque si lo el buey lo ve se marchará o se subirá al carro. No es tan sencillo, no hay atajo; hay que cambiarlo todo paso a paso. Es una lucha larga. Si fracasa Grecia ahora, la puerta al cambio en Europa quedará cerrada 30 años.

¿Cree que la gente joven está a la altura de tal responsabilidad?

Un país que tiene un paro juvenil del 60% y cuya gente joven tiene carrera, máster, doctorado... La juventud está desesperada y sólo quieren salir adelante.

¿Y no cree que el miedo está bloqueando demasiado?

No hay puestos de trabajo, es tan sencillo como eso. Pero hay una minoría que lucha y hace cosas maravillosas, verdaderos genios. Pero la mayoría de los jóvenes... Estamos en un período en el que los únicos que luchan son los terroristas. El resto no quiere luchar, sólo hacerse un hueco y eso es una tragedia.

¿No hay futuro?

Siempre hay que buscar una opción para mañana.

Si un joven desesperanzado acudiera a usted a pedirle consejo, ¿qué le diría?

La única manera que hay para resistir una tempestad es haciéndonos lo más pequeños posibles. Hay que concentrarse en algo concreto. Ideas más pequeñas, más específicas y más realistas. Es lo único que puedes hacer. Eso, y no huir. No huyas, empieza aquí.

¿No se ha pasado ya la hora de que empezaran a cambiar las cosas?, ¿no hemos tenido tiempo?

Hemos tenido tiempo de sobra, el problema es que la generación de hoy ha crecido intentando encontrar soluciones fáciles. Yo tuve que luchar por todo, ni siquiera sabía mi madre si llegaríamos a fin de semana. La gente tiene que aprender a luchar, pero están aterrados y huyen. Y no es su culpa, es de sus padres también.

Los mismos que lucharon son los mismos que dicen a sus hijos: no te arriesgues, no te la juegues, aguanta lo que sea....

Su mentalidad es: nosotros hemos sufrido, que ellos no sufran. Pero no sufrir no significa no luchar. Luchar te hace feliz. Nosotros estábamos contentos de luchar. Es un sentimiento maravilloso eso de: no voy a dejarlo, y no lo dejo.

También están más solos que ustedes, ¿no?

Es cierto. En nuestros tiempos la solidaridad estaba en todo. Los jóvenes de hoy están solos y eso hace que las cosas sean más difíciles y menos esperanzadoras.

¿Es ésta la crisis con menos esperanza?

Sí, definitivamente, sí. Es una crisis sin esperanza.  La esperanza viene por dos vías. La primera es la de la fe en común.

Y ésa no existe...

No existe, no. La segunda vía es la solidaridad política, que tampoco existe. Con nosotros era distinto. Y aunque quieras dar esperanza no puedes: los que vivimos en la UE sólo tenemos un discurso económico. No hay discurso político ni cultural, y la esperanza viene de ahí, no del discurso económico. Esos políticos estúpidos piensan que la gente va a tener esperanza porque los mercados estén abiertos. Están locos. Es cultura y política la que da esperanza.

¿Tienen miedo a la cultura?

No creo que tengan miedo a la cultura, es que tienen tan poca educación y unas miras tan estrechas...

¿Es posible un futuro sin cultura?

El problema es que la gente no tenemos ni las ideas ni los medios para imponer un debate cultural. Ni siquiera lo tienen los intelectuales.