(Risas) No, qué va, soy natural, pelirrojo de toda la vida, desde que era chiquitito.

En el último episodio se puso en duda la honradez de Quique...

Eso es porque son una panda de descerebrados, y así les va. ¿Cómo pudieron dudar de alguien tan bueno? (risas).

Quique y Curtis son un poco cafres...

(Risas) Pobres, lo que les pasa es que siempre les salen las cosas torcidas, pero sin querer. Al final les sale siempre todo bien. Más o menos.

¿No se pasan un poco con el pobre Povedilla?

Para nada. En realidad lo queremos mucho. Somos sus celestinos, estamos pendientes de él, de si se casa o no.

¿Cómo es posible que siempre se les tuerzan tanto las cosas?

Es que en la comisaría nos hacemos un lío incluso con las cosas más sencillas. Siempre las entendemos por el lado más raro y no por el más evidente.

La gente que le para por la calle... ¿le habla al personaje o al actor?

Por lo general la gente se dirige al personaje. Hace poco una señora me dijo: «Hola, tú no me conoces, pero yo a ti sí», porque me veía en la serie. En esos casos yo reacciono como Enrique Martínez y les digo que eso son cosas de la tele.

¿Y le ha parado la Policía alguna vez?

Constantemente, la verdad. Unos se hacen fotos conmigo, otros me enseñan la placa para demostrar que son polis de verdad... Una vez me encontré con un amigo de la niñez que me reconoció y me dijo que él era inspector de Policía.

Para más inri se llama usted igual que el personaje...

Sí, es una coincidencia. Le pasa también a Paco, así se han ahorrado el trabajo de ponernos nombre, lo traíamos de serie.

¿Cuál es el personaje más raro que ha hecho?

Pues yo creo que éste (risas). Desde luego es el que está más alejado de mí.

¿No se aburre un poco con las tramas de amor?

Yo me tiro más por las tramas policíacas y de humor. Es el punto de la serie que más me va. Aunque las tramas de amor y drama también tienen su público y hacen la serie más variada.

Bio

Nació en Alcantarilla, Murcia, hace 46 años. Lleva más de una década haciendo teatro. Su primera película fue La caja 507.