David Ordóñez tiene 27 años y sufre Síndrome de Down. En septiembre del año pasado se hizo socio del Barça y para estrenar su carnet, compró 10 entradas para la temporada para ir acompañado por un amigo de la familia, Julián Rodríguez, y el hijo de éste.
Pero la normativa del FC Barcelona establece que no se puede garantizar la proximidad de los asientos, por lo que tenían que ver los partidos en localidades separadas.
Poca delicadeza
"Lo que nos dolió es que nos ofrecieran el retorno del importe de las entradas de David para que así, aunque él se quedara en casa, nosotros podríamos ir a los partidos", explica su amigo.
"No puedo pertenecer a un club que firma un contrato mediático con una ONG, pero desatiende casos reales como el nuestro", afirma molesto Julián Rodríguez.
Desde el club, se asegura que "en la práctica no es ningún handicap que los asientos no fueran contiguos porque el público se reagrupa en la grada".
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