La Universidad de Yale expone los grabados del talentoso James Whistler, la 'mariposa voluble'

  • Fue uno de los artistas más brillantes del siglo XIX, nació en los EE UU pero vivió en Rusia, Londres, París y Venecia. Quiso ser militar pero lo expulsaron de West Point.
  • Cimentó una gran amistad con Oscar Wilde, Courbert, Manet y Baudelaire, tenía un carácter vivaz y se recuperó de la bancarrota causada por un juicio.
  • Aunque es más conocido por sus óleos nocturnos y el retrato tantas veces parodiado de su madre de perfil en una silla, era el mejor grabador de su tiempo.
Grabado del Támesis de James Abbott McNeill Whistler
Grabado del Támesis de James Abbott McNeill Whistler
Photo credit: Yale University Art Gallery
Grabado del Támesis de James Abbott McNeill Whistler

La historia del arte recuerda a James Abbott McNeill Whistler (1834-1903) como el autor de óleos de misterioso ambiente nocturno —por ejemplo, Nocturne: Blue and Gold - Old Battersea Bridge (1872)—; el decorador de interiores y pintor de la Peacock Room, una extraordinaria habitación orientalista en una casa noble de Lóndres, y el pintor de uno de los cuadros más nombrados, recordados y parodiados del siglo XIX, Arrangement in Grey and Black No. 1 (1871), conocido como Whistler's Mother, un retrato de paleta oscura y restringida que muestra a la madre del artista de estricto perfil, sentada, con los pies apoyados en un cojín, vestida de luto y con las manos sobre el regazo. La obra ha sido llamada "la Mona Lisa victoriana".

Ídolo, figura y artista influyente en su tiempo, Whistler, un personaje magnético, vivaz —se hacía llamar "la mariposa voluble" y firmaba sus obras con la forma de una—, mundano —nació en los EE UU, vivió en Rusia, Londres, París y Venecia y viajó por varios continentes— y paradójico —iba para militar pero le expulsaron de la academia de West Point por suspender un examen, fue muy amigo de Oscar Wilde, pero cortó con el escritor cuando éste hizo pública su homosexualidad—, la amplísima producción de este patricio bon vivant y encantador es tan amplia y difícil de abarcar que siempre se corre el peligro de dejar algo en el camino.

Un centenar de láminas

La Galería de Arte de la Universidad de Yale quiere iluminar una de esas zonas injustamente oscurecidas con la exposición Whistler in Paris, London, and Venice, que agrupa tres de sus series gráficas más conocidas y le presenta como el mejor y más depurado artista del grabado, la litografía y la punta seca de su tiempo. La muestra, que estará en cartel hasta el 19 de julio, reúne un centenar de trabajos de Whistler, de su más aventajado alumno, el australiano Mortimer Menpes, y de artistas contemporáneos amigos del estadounidense como Édouard Manet y Francis Seymour Haden.

La primera sección de las tres etapas que cubre la exposición se centra en la estancia del artista en París, donde se estableció a los 25 años y trabó amistad con un amplio círculo de artistas, entre ellos los impresionistas, Courbert, Degas y el poeta Baudelaire. Entre las obras, que proceden de la serie de grabados Twelve Etchings after Nature (1857–1858), la primera que publicó Whistler, hay trabajos de campo donde el joven artista desarrolla el amplio conocimiento de las obras de los maestros clásicos a los que admiraba, sobre todo Velázquez, Rembrandt y Vermeer.

Largos paseos por las riberas del Támesis

En 1859 Whistler se mudó a Londres, ciudad en la que culminó la segunda serie de grabados, Sixteen Etchings of Scenes on the Thames and Other Subjects (1859–1871), que le consagró como un consumado practicante de las artes gráficas. El estilo es en estas obras más sencillo y tiende a la búsqueda expresiva de las líneas para capturar el ambiente de los largos paseos diarios de Whistler por las riberas envueltas en neblina del Támesis.

La zona final de la muestra se centra en la estancia en Venecia, donde residió el artista desde 1879 tras un amargo proceso judicial con un crítico londinense que le dejó en la ruina. Las dos series que firmó en la ciudad, una en 1880 y otra seis años más tarde, contienen las obras más notables de la exposición. Whistler necesitaba trasladar su pobre estado de ánimo a las planchas, y lo logró desmaterializando el paisaje en oscuros sudarios de niebla y desvanecimientos de tinta.

La coordinadora de la muestra, Heather Nolin, destaca que Whistler tenía "un sentido estético entusiasta" y fue capaz de "encontrar belleza en los lugares más improbables, como los muelles de mala muerte junto al río Támesis". Incluso los lugares conocidos por su belleza, como Venecia, fueron "transformados por Whistler en versiones más sublimes de sí mismos".

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