La política española llega a los juegos de mesa

  • La corrupción se convierte en entretenimiento. Varios juegos de mesa, creados gracias a 'crowfunding', se inspiran en la realidad política española.
  • "El crowdfunding es probablemente la única forma de conseguir que juegos sobre influencias y política sean editados".
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El juego de mesa D€mocracia combina política y corrupción con humor y sátira
El juego de mesa D€mocracia combina política y corrupción con humor y sátira
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El juego de mesa D€mocracia combina política y corrupción con humor y sátira

A un turno para acabar la legislatura, el presidente azul parece abocado a la dimisión. Los partidos rojo y amarillo han abierto sendas investigaciones contra él, y un manto de sospecha le ha restado apoyo social. Su compañero de partido tampoco puede serle de ayuda: un juez descubrió que su financiación era ilegal y lo obligó a dimitir. El presidente está solo, vendido, pero guarda una última jugada. Cuando el partido verde lanza su ataque decisivo en forma de investigación contra los medios de comunicación públicos (lo que, sin duda, es el golpe final para el presidente), este levanta su última carta: ¡Comparecencia sin preguntas! Gracias a ella, el presidente esquivará su falta de popularidad y mantendrá el cargo, al menos hasta las próximas elecciones… de D€mocracia.

El juego de mesa D€mocracia pone sobre el tapete a partidos mayoritarios (rojo y azul) y minoritarios (verde y amarillo). Los pactos están permitidos, pero los objetivos son claros para cada jugador: si se pertenece al partido mayoritario, ganará el jugador que más legislaturas aguante como presidente; si se juega con un partido minoritario, la partida acabará cuando se rompa el bipartidismo y una de las formaciones minoritarias consiga colarse entre las dos más votadas.

Aguantar en el cargo no es fácil. D€mocracia se centra especialmente en la financiación de los partidos, que puede ser legal o ilegal. La primera es más segura, pero menos rentable. Raúl Heredia, cocreador del juego junto con Carlos Martín y Miguel Santander, recuerda que en las partidas de prueba deD€mocracia aproximadamente el 70% de los jugadores optaban por el camino corto: "La financiación ilegal es más rápida y más cómoda, pero como te pillen, tienes que dimitir". El dinero condiciona la campaña en este juego: sirve para dar discursos, comprar medios de comunicación, aumentar las filas del partido con nuevos barones, hacerse con jueces… Ganar y mantener la popularidad también es fundamental para asegurar los votos favorables en las elecciones. Pero una vez la partida está iniciada, lo verdaderamente importante es evitar que los jueces de los rivales descubran que tu financiación no es trigo limpio; y si no puedes esquivar las investigaciones, tendrás que devolver el ataque al partido contrario y/o bloquear la vida política.

Pero este no es el único juego de mesa sobre política que ha aparecido en los últimos meses en nuestro país. Corruptópolis, creado por Marina Belda, estudiante de diseño industrial de 22 años, combina preguntas con pruebas de habilidad y creatividad. De nuevo, la corrupción española es el núcleo del juego, tanto para las preguntas (¿Cómo se le llama a la partida 31L de los presupuestos de la Junta de Andalucía de donde se pagaban las prejubilaciones y subvenciones fraudulentas?) como para las pruebas cooperativas de habilidad. La Prueba de Cohecho, por ejemplo, consiste en describir un regalo, tomado de un caso real de corrupción, sin nombrar algunas palabras prohibidas. "Es una especie de tabú, pero más relacionado con la actualidad", explica Belda.

Financiados por 'crowdfunding'

Por su parte, The Lord of the P.I.G.S es la penúltima aproximación lúdica a la política, la economía y los grupos de influencia. Un juego de cartas con origen español pero dirigido al público europeo, que el 31 de diciembre completó su financiación en Kickstarter. Es el más reciente, pero es probable que no sea el último. El primero en combinar política y humor fue ¡Que viene la Troika! (2012), de la compañía portuguesa Tabletip Game, con ediciones para Portugal, España y Grecia.

"No es casualidad que estos títulos aparezcan ahora. Los juegos de mesa, en tanto que cultura, son una forma de expresión y surgen ante un conflicto social tan grande como la crisis", explica Anton Planells, coordinador académico del Grado en Diseño de Productos Interactivos en el centro universitario U-Tad. "Lo particular de estos juegos es que tienen un fondo importante de lo paródico, algo muy propio de la cultura popular, y canalizan así el descontento, restando dramatismo e importancia".

Para Carlos Mesquita, cocreador de ¡Que viene la Troika!, los juegos de mesa sobre influencia y corrupción acaban por ser una "forma de escape para la frustración de los ciudadanos". En el caso de Corruptópolis, lo que motivó a Marina Belda a inventar el juego fue "aportar mi granito de arena al movimiento ciudadano del 15-M, contribuir con algo de mi indignación".

Los cuatro juegos mencionados se pusieron en marcha gracias a campañas de financiación colectiva (crowdfunding): D€mocracia consiguió 18.300 euros; Corruptópolis, 7.000; The Lord of the P.I.G.S, más de 6.500; y la edición portuguesa de ¡Que viene la Troika!, casi 2.500, más del doble de lo necesario. Para Raúl Heredia, cocreador de Dmocracia, la producción de juegos de mesa se está "democratizando". Opina que no se trata de competir contra Devir, Edge o Asmodee (las principales compañías de juegos en nuestro país), sino de complementar: "Devir no lanza 600 unidades [cifra de producción de Dmocracia], sino 10.000. No creo que les afecte que tres tiraos saquen un juego en España. Y si les afecta, tuvieron la oportunidad de ir de nuestra mano".

Joaquim Dorca, director general de Devir Iberia, no reconoce la llamada de los autores de D€mocracia y, al igual que Heredia, tampoco ve competencia entre profesionales y aficionados. "Si para editar un juego de mesa recurres al crowdfunding, es porque el juego no despierta el interés o porque temáticamente se sale del catálogo de lo que quieren las editoras convencionales".

Para Carlos Mesquita, del juego portugués ¡Que viene la Troika!, distribuido en España por Devir, "el crowdfunding es probablemente la única forma de conseguir que juegos sobre influencias y política sean editados. Las editoras no entienden este concepto de juegos y no apuestan por él. Nosotros tuvimos la misma dificultad: no fue fácil convencer a Devir".

La industria traza una separación tajante entre los juegos que nacen en las compañías y los que se financian en plataformas de crowdfunding (Verkami, Kickstarter...). "Una cosa es hacer que la gente te pague el gusto de editar aquello en lo que tú crees -explica Joaquim Dorca, de Devir Iberia-,y otra diferente es que sea negocio. La historia empieza a estar llena de gente que consigue el dinero de Verkami pero pierde los beneficios cuando tiene que mandar su juego por correo a Nueva Zelanda".

Ya sean creados por profesionales u obras de aficionados, lo que tienen en común estos juegos que se aproximan a la política española desde la broma es que despiertan mucho interés. "Funcionan muy bien -explica Anton Planells-, porque el marco de ficción en el que trabajan apela a nuestras realidades, y puede ser más divertido jugar a ser Rajoy o Pedro Sánchez que encarnar razas de fantasía".

El negocio de los juegos de mesa

En España salen unos 50 juegos nuevos al año, cifra ensombrecida por Alemania, líder mundial con más de 400. Según Joaquim Dorca, director general de Devir Iberia, de todos ellos solo el 10% llegarán a rentabilizarse. El sector de juegos de mesa y puzles mueve unos 50 millones en España y más de 2.000 a nivel mundial.

El juego contemporáneo, también llamado pos-Monopoly, genera unos 10 millones, algunos de los cuales vienen de los superventas Colonos de Catán y Carcassonne, dos juegos alemanes distribuidos en España por Devir. "La industria del juego española está más acostumbrada a distribuir productos europeos que a fomentar nuevos juegos", explica Anton Planells, profesor en U-Tad. "Es algo propio del sector español, aunque está cambiando", concluye.

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