Las mujeres autónomas en la Comunidad de Madrid ya son 125.125, casi 7.000 más que en 2008, cuando comenzó la crisis. Este crecimiento contrasta con el descenso del colectivo autónomo masculino, que en el mismo periodo perdió casi 25.000 inscritos (de 264.666 a 239.781). Por lo tanto, mientras los hombres han caído un 9,4%, las mujeres han aumentado un 5,7%, según datos de afiliación de noviembre de la Seguridad Social.

Las autónomas representaban el mes pasado ya el 34,3% del total de trabajadores de este régimen en la Comunidad de Madrid. En noviembre de 2008, en los primeros meses de la crisis, eran el 30,9%.

La mayor tasa de desempleo femenina frente a la masculina es uno de los factores que empuja a las mujeres a inscribirse como autónomas: en la región están desempleadas el 19% de las mujeres, frente al 16,2 de los varones; en el ámbito nacional, ellas representan el 25% del paro frente al 22,5% de ellos.

"El menor acceso de la mujer a trabajos por cuenta ajena lleva a muchas mujeres a emprender”, dice Ana Cabrero, coordinadora del área de la mujer de la Federación de Autónomos ATA.

Además, la necesidad de conciliar vida laboral y familiar las inclina hacia trabajos más conservadores y estables, como una peluquería o un centro de estética.

“Normalmente, las empresas capitaneadas por mujeres arriesgan menos, porque se plantean conciliar vida personal y familiar, ya que la conciliación sigue viéndose como algo femenino”, agrega Cabrero.

En los últimos doce meses, un 80% de los puestos de trabajo a nivel nacional beneficiaron a varones, que captaron 221.100 nuevos empleos, frente a 52.900 de mujeres.

“Si el empleo asalariado tira de los hombres, entonces las mujeres se autoemplean”, señala Cabrero.

Si las mujeres emprendedoras crecen mientras los hombres decrecen, en el caso de las extranjeras este contraste es aun mayor mayor: se ha pasado de 10.756 autónomas en noviembre de 2008 a 14.808 seis años después, un 37,7 por ciento más, frente a la caída del 11,7 por ciento de los extranjeros autónomos a 25.744 inscritos, según datos de la Seguridad Social.

“El ascenso de la mujer continúa imparable, y el de las extranjeras ni te digo: es una explosión", explica Cabrero.

Según Cabrero, las extranjeras suelen ocupar los puestos más precarios en el sector de la hostelería o de los servicios, y así ven en el autoempleo la oportunidad de ser dueñas de su propio destino.

“Quieren afianzar una posición frente a la precarización actual de los trabajos por cuenta ajena: si se lanzan a un emprendimiento conservador, eso les garantiza un mantenimiento”, añadió Cabrero, vaticinando además que cada vez habrá más mujeres autónomas, tanto entre las extranjeras como entre las española.

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Silvana Rodríguez es una emprendedora del diseño y la “modistería moderna”. Vive literalmente entre patrones, máquinas de coser, planchas y trozos de tela, en su casa-taller-oficina del madrileño barrio de Lavapiés.

Su marca de ropa se llama Arráncame la vida: toda una metáfora, dice, de lo que Hacienda está haciendo con ella: “Se me está yendo la vida con esto”.

Igualmente, no se arrepiente de haber dejado el centro de yoga en donde trabajaba para lanzarse a perseguir su vocación: “Lo hago porque es mi sueño, lo más chungo es lo económico, lo bueno es que manejo mis tiempos. La mía es una profesión muy creativa, entonces me viene bien estar a mi bola: tirarme 14 horas trabajando, hacerlo de madrugada, etc. Si trabajara para otro, no podría, ni tendría mi identidad. Eso sí, además de lo creativo, me tengo que ocupar de la producción, redes sociales, marketing, todo”.

No tiene dinero pero está contenta: “Nunca me cierran los números, pero todas las mañanas me levanto contenta porque hago lo que quiero”.

Silvana tiene claro que eligió esta opción porque aún no tiene hijos: “Si tienes hijos, el espíritu emprendedor se va al carajo. Yo me puedo permitir esta elección de vida porque no tengo hijos. Algún día tendré, pero no podría estar comiendo arroz ni jugar con el presupuesto como ahora”.

Silvana dice que se hizo autónoma “porque quería tener la sensación de hacer las cosas bien”, pero que no es conveniente económicamente.

“El mes pasado facturé 400 euros, tuve que pagar la cuota, IVA e IRPF, ¿cuánto me queda?”, reflexiona esta argentina que llegó a Madrid en 2002, y que además de fabricar sus creaciones, imparte clases en una escuela de maquillaje y clases particulares de costura.

Se acogió al plan Tarifa Plana para autónomos lanzado por el Gobierno central que consiste en un cuota fija de 50 euros los primeros seis meses, pero más allá de eso, no se apuntó a otras ayudas.

“Lo intenté con Madrid Emprende, pero en la práctica lleva mucho tiempo encontrar la ayuda que necesitas, y yo necesitaba ese tiempo para trabajar. No es una ayuda concreta, es más bien asesoría. No es práctico, porque un emprendedor no tiene tiempo”, señala.