Claves del 'default' argentino: ¿por qué no puede pagar? ¿Cuál es la solución a esta crisis?

  • El Gobierno de Cristina Fernández agota el plazo de negociación con los fondos buitre, pero mantiene negociaciones para evitar el impago total.
  • La falta de acuerdo para el pago de 539 millones de dólares ha provocado que Standard & Poor's haya situado al país en suspensión de pagos.
  • "La solución será de las peores posibles: Obligarán a los bancos privados argentinos a comprar esa deuda", vaticina el economista Javier Santacruz.
  • Argentina y agentes financieros discuten sobre la suspensión de pagos.
  • Argentina, en una nueva encrucijada.
Un argentino sostiene un cartel de denuncia a la salida del ministro de Economía argentino, Axel Kicillof, en el consulado de Argentina en Nueva York (EEUU)
Un argentino sostiene un cartel de denuncia a la salida del ministro de Economía argentino, Axel Kicillof, en el consulado de Argentina en Nueva York (EEUU)
Kena Betancur / EFE
Un argentino sostiene un cartel de denuncia a la salida del ministro de Economía argentino, Axel Kicillof, en el consulado de Argentina en Nueva York (EEUU)

Las semanas de negociaciones finalmente no llegaron a buen puerto. A última hora de este miércoles (hora española) el Gobierno argentino y sus acreedores no lograron alcanzar un acuerdo satisfactorio, lo que ha situado al país sudamericano en una nueva posición de suspensión de pagos (default, en inglés), en la medida en que ha expirado el plazo para afrontar las obligaciones. Pese a las explicaciones y excusas del Ejecutivo de Cristina Fernández, la agencia de calificación crediticia Standard & Poor's declaró a Argentina en "suspensión de pagos selectiva".

"Mañana será otro día y el mundo seguirá andando". Estas palabras del ministro de Economía argentino, Axel Kicillof, muestran una aparente tranquilidad que contrasta con la apreciación de los mercados internacionales. Y es que recientemente la S&P calificó a Argentina como el país más arriesgado del mundo en el que invertir en deuda pública, por encima de países como Venezuela, Ucrania o Pakistán. El fondo de inversión Blackrock, el más importante del mundo, sitúa a Argentina el séptimo por la cola entre los países con más riesgo de impago en sus bonos soberanos. Las finanzas del país sudamericano están ahora en el punto de mira. Aquí unas claves para entender qué está ocurriendo:

Una deuda impagada hace 13 años

  • Un 8% sin acuerdo. En 2001, Argentina se vio incapaz de pagar más de 95.000 millones de dólares en deuda externa, por lo que procedió a renegociar con los acreedores. Así, en 2005 y 2010 convenció al 92% de los acreedores para que aceptaran un intercambio de aquellos bonos fallidos por otros a pagar en el futuro. El 8% restante de acreedores, sin embargo, rechazaron la reestructuración de esta deuda, y comenzaron a litigar con el objetivo de obtener lo acordado inicialmente por contrato.

  • Argentina pierde en EE UU. Entre los acreedores que rechazaron un impago ordenado están varios 'hedge funds' (fondos buitre) que adquirieron esta deuda soberana ya en 2001 a precio de saldo y apuestan por ir a los tribunales con el fin de obtener una gran rentabilidad. Tras más de una década de litigios, en 2012 un juez estadounidense dio la razón a los acreedores, a los que Argentina tendría que pagar más de 1.500 millones de dólares. El Gobierno de Cristina Fernández apeló esta decisión y el pasado mes de junio la Corte Suprema de Estados Unidos resolvió que definitivamente el Gobierno argentino tiene que abonar la deuda contraída con esos inversores.

  • Un pago bloqueado. Entonces llegamos al momento en el que la administración argentina tiene que pagar 539 millones de dólares a los antiguos acreedores que aceptaron la reestructuración. El problema entonces es doble, ya que por un lado el juez estadounidense ha congelado este pago, con el argumento de que antes han de cobrar los fondos buitre, que acaban de ganar su litigio. Por otro lado, los inversores que en el pasado aceptaron quitas en sus deudas lo hicieron con una garantía legal de que Argentina las resarciría si otros inversores obtenían acuerdos más ventajosos (la llamada cláusula RUFO). Es decir, que la situación está enquistada ya que el país presidido por Cristina Fernández no puede afrontar tantos pagos.

¿Por qué no puede pagar Argentina?

Las divisas, claves. En la economía argentina, golpeada históricamente por una alta inflación, tienen un peso enorme las reservas de divisas, ya que sirven entre otras cosas para evitar que los precios suban aún más a pesar de las salidas de capitales al exterior. Hace unos años se levantó el llamado cepo cambiario que restringía la compra de moneda extranjera (para impedir salidas de capitales), que no ha hecho sino comprometer las reservas argentinas. Ya en enero el país registró turbulencias por las fuertes compras de dólares por parte de sus ciudadanos.

Tal como explica Javier Santacruz, economista de la Universidad de Essex, "en menos de dos años las reservas se han reducido en un 60%, desde los más de 60.000 a los menos de 27.000 millones de dólares", explica. Y es que el Banco de Argentina utiliza los dólares en su poder para evitar parte de la devaluación constante del peso. "Además, hay problemas de comercio exterior, ya que después de años de ciclo alcista en las materias primas, esto se ha revertido, y la posición neta de Argentina es negativa", señala. En este contexto, afrontar un pago inesperado de hasta 15.000 millones de dólares (cálculos de Credit Suisse) a sus acreedores comprometería las cuentas públicas del país.

Un mes de cuenta atrás

Con la presión de una bancarrota por un lado, y el impago por el otro, hace apenas un mes, Argentina y sus acreedores comenzaron a negociar. Fecha límite, el 30 de julio, cuando se debería haber hecho efectivo el pago de los 539 millones de dólares. No ha sido posible. El Gobierno de Cristina Fernández culpa a la justicia estadounidense (en concreto al juez Thomas Griesa) por no permitir que los acreedores reciban su pago, ya ingresado en las cuentas del banco New York Mellon.

"El dinero está ahí, evidentemente. Si fuera un default no estaría allí", explicó esta pasada madrugada el ministro Kicillof, quien añadió que Argentina hizo un giro de 1.031 millones de dólares el pasado 26 de junio para no caer en el impago. Sin embargo, las cuentas siguen bloqueadas, lo que ha llevado al Ejecutivo sudamericano a manifestar que "los buitres y los especuladores siempre ganan. Son los pueblos los que siempre pierden".

La solución: la banca privada

Ahora, la solución que idean las autoridades argentinas pasa por negociar con bancos argentinos (integrados en la patronal Adeba) la compra de esos bonos pagando íntegramente las cantidades adeudadas. Estos bancos nacionales, por su parte, sí que tendrían que admitir una quita total o parcial en esa deuda, por lo que las cuentas públicas argentinas no se verían, en teoría, tan afectadas.

Esta solución "innovadora", en opinión de Javier Santacruz, es de las peores posibles, ya que provocará una devaluación del peso y, por lo tanto, un aumento de la inflación, que ya es de las más altas del mundo. "Han avanzado, porque aunque es lo mismo de siempre [un default] lo han logrado hacer con innovación financiera", explica.

El tercer 'default' en 30 años

Tal como señalan los analistas de mercado de Bankinter en un reciente informe de mercados, el riesgo de un nuevo impago supone "el tercer caso de default en los últimos 30 años", si bien en este caso sería menos grave que el sufrido en 20o2 por su menor alcance. Esta poca fiabilidad histórica explica que para agencias como S&P y fondos de inversión como Blackrock Argentina sea uno de los países más arriesgados donde invertir.

Consecuencias: Devaluación del peso

Tal como señalan los analistas de Bankinter, este nuevo impago, pese a su alcance limitado, provocará previsiblemente una nueva salida de capitales, lo que a su vez desencadenará "mayor inflación y agravamiento de la recesión". A estos problemas habría que sumar que, de quedarse finalmente la banca argentina con estos bonos, en caso de producirse un impago definitivo esto podría restringir el crédito y la inversión, así como tener un impacto negativo en el patrimonio de las entidades, tal como señala el economista argentino Alberto Martín.

Otra de las consecuencias está relacionada con el funcionamiento, a partir de ahora, de los mercados de deuda soberana. La interpretación dada a partir de ahora a los casos de impagos de deuda pública se verá fuertemente condicionada por la nueva jurisprudencia estadounidense. "Esto ha sido una bomba de Estados Unidos al sistema económico global", ha explicado en el The New York Times el premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz, para quien el alcance de esta explosión es aún difícil de cuantificar.

¿Hay otra solución?

Tal como refleja el think tank europeo Bruegel, se habrían abierto dos rutas alternativas para Argentina. Una es que el Gobierno se ofrezca a pagar las cantidades adeudadas a los bonistas reestructurados al banco New York Mellon (el encargado de hacer las transacciones), pero que éste se niegue a efectuar los pagos. De estas manera, Argentina no habría pagado a nadie, pero tampoco habría negado el pago a nadie. Otro escenario pasaría por acudir de nuevo a la justicia estadounidense y volver a litigar respecto al aspecto concreto de la obligación de pagar antes a unos acreedores respecto a otros.

Fuentes financieras consultadas por este diario también apuntan a una posible solución relacionada con el Fondo Monetario Internacional (FMI), que intervendría en el sentido de otorgar una ayuda financiera a Argentina con la que poder afrontar todos sus pagos.

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