"Estamos ante uno de los problemas de salud pública más graves del siglo XXI y que ya ha sido calificado como epidemia". Con estas palabras alerta el presidente de la Fundación Valenciana de Pediatría, Carlos Paredes, del sobrepeso infantil, un problema que puede agravarse y derivar en obesidad y, por tanto, en importantes problemas de salud a edades tempranas.

Los últimos datos que posee la Conselleria de Sanidad indican que se trata de un fenómeno que se mantiene relativamente estable en los últimos años. De hecho, este porcentaje apenas se ha reducido en medio punto en los dos últimos ejercicios completos.

De ese 33,6% (casi 6 puntos por encima de la media española), un 19,7% presentan sobrepeso (índice de masa corporal entre 85 y 97), mientras que el 13,9% restante padecen obesidad (IMC igual o superior a 97).

La mala alimentación y la falta de ejercicio físico son los dos factores que confluyen en la prevalencia del exceso de peso en los niños, al margen de la genética, que también influye, según destaca el doctor Paredes.

"La mesa de los padres es la de los niños", comenta para destacar la importancia de los hábitos que inculcan los padres a sus hijos, también en el campo de la actividad física.

"Hace unos años escribí junto a la catedrática Petra María Pérez un libro sobre hábitos de los niños valencianos, y la principal conclusión es que suspenden en el desayuno, lo hacen muy mal".

Estos niños "tienen más probabilidades de padecer diabetes o hipertensión a edades tempranas, con el consiguiente riesgo cardiovascular, cuando es algo que se puede prevenir perfectamente en la infancia a través de la alimentación", sostiene.

Según el doctor Paredes, los colegios públicos y concertados ofrecen en muchas ocasiones menús en sus comedores "de los que se puede hacer una crítica muy severa".

En su opinión, incluyen "demasiadas grasas saturadas, fritos y falta pescado". Explica que la Conselleria de Educación "se preocupó en su día de regularlos, pero eso no se cumple y se deben vigilar más". Además, critica que a veces los niños se sirven ellos mismos "cantidades desorbitadas" o incluso repiten.