Adiós Kombi, hola mito

El año 2013 despidió la producción de uno de los iconos del motor tras 64 años de fabricación.
El año 2013 despidió la producción de uno de los iconos del motor tras 64 años de fabricación.
Volkswagen
El año 2013 despidió la producción de uno de los iconos del motor tras 64 años de fabricación.

El año 2013 despidió la producción de uno de los iconos del motor tras 64 años de fabricación. Pero el espíritu Camper no solo sigue vigente en España, sino que va a más.

¿Quién no ha sonreído al ver pasar una furgoneta VW clásica de morro redondo y diseño vintage? Pero no es solo la cuestión estética lo que despierta curiosidad, la Kombi es la encarnación motorizada de la anhelada libertad, de vivir aventuras sin fin a bordo de una casa con ruedas.

El imaginario colectivo la asocia con los hippies, pero existe un sorprendente universo en torno a la Kombi más allá de los estereotipos. Concebidas como furgonetas de trabajo de uso combinado (Kombiwagen, en alemán), los pioneros en utilizarla como vehículo donde pasar unas vacaciones en movimiento fueron los alemanes y los estadounidenses.

En España, Furgo VW, el foro más importante de furgonetas Volkswagen (VW) lleva en activo desde 2003 y ha visto cómo el número de usuarios ha crecido de 1.100 a los 76.314 actuales. “El perfil es muy heterogéneo; desde jubilados que disfrutan de su tiempo libre a bordo de una furgoneta tipo Camper, a viajeros o manitas del bricolaje”, cuenta Ignacio Sánchez, uno de los 14 administradores de Furgo VW. “Los foros más activos son los relacionados con quedadas y viajes”, continúa Ignacio, lo que da una buena muestra de que “el espíritu del vehículo Camper nos permite viajar allá donde queramos ir”.

No obstante, no todos los usuarios de este foro tienen una furgoneta clásica. Resulta complicado cuantificar con exactitud el número de vehículos de estas características que existen en España, ya que la compraventa se realiza principalmente en el mercado de segunda mano.

El fenómeno Kombi

La operadora de imagen Marta Tibau y el periodista Marià Miño realizaron en 2012 el programa de televisión Furgoaddictes (Furgoadictos), una serie de 30 episodios sobre todo lo que rodea a los aficionados a estas furgonetas  y que se emitió en la red de televisiones locales de Cataluña y en su página web. Confiesan que eran unos “novatos” cuando comenzaron a grabar la serie y se sorprendieron por “el número de clubes de amigos y fanáticos de las furgonetas que existen y los encuentros que organizan alrededor de este tipo de vehículos”.

“Hay todo un mundo que desconocíamos y que se mueve en una casita rodante de 10 metros cuadrados -cuenta la pareja-. También nos sorprendió la solidaridad que existe entre la gente que forma parte de este colectivo y la cantidad de funciones que se incorporan a un vehículo tan pequeño. Además, a diferencia de una autocaravana grande, con la Kombi puedes meterte prácticamente por cualquier parte”, añaden.

El año 2013 marcó un antes y un después en la historia de esta furgoneta clásica. Oficialmente conocida como Transporter, su forma y funcionalidad la han rebautizado popularmente como Bulli, Kombi, Camper o Pan de Horno, apelativos más cariñosos que remarcan su carisma.

Producida en Brasil desde 1975, el cambio de normativa referente a cuestiones de seguridad la condenó a desaparecer, ya que, por su base técnica, el modelo original no permite instalar actualizaciones como ABS ni airbags, algo que la legislación brasileña ha incluido como obligatorio a partir de 2014.

Ediciones limitadas

A cambio de 27.000 euros puede adquirirse una de las 1.200 unidades Last Edition, cuyo diseño exterior y motorización es muy similar a de la lanzada en 1957. Esta es la última estirpe de un vehículo que nació con vocación social en la Alemania de posguerra. Cuando se presentó en 1949, el director de la fábrica explicó que era “el único vehículo en el mundo en el que la carga se ubica en medio del coche, entre los dos ejes, y en el que el conductor compensa el peso del motor y del depósito en la extremidad opuesta”.

Su diseño fue obra del empresario holandés Ben Pon, quien durante una visita en 1947 a la fábrica de VW en Wolfsburgo para negociar la importación del escarabajo vio un tractor con base de carga y se le ocurrió que podría crearse un vehículo que posibilitara el transporte de pasajeros y carga a la vez. El T1 se produjo en Alemania entre 1950 y 1967.

A partir de 1958 se creó un modelo especial del T1 Westfalia que incluía conexión eléctrica, cortinas, una mesa plegable, armaritos, una parte superior desplegable y WC químico portátil, dando pie a su uso como vivienda rodante. Tras vender 1,8 millones de unidades, la segunda generación del Volkswagen Transporter se presentó en 1968.

A partir del año 1971 se empezó a producir en México, y en 1975, en Brasil, desde donde se exportaba a más de 100 países. Allí, hasta su última edición de 2013, se fueron llevando a cabo evoluciones del vehículo distintas a las que se habían realizado en Europa.

Antón Calderón y María RoyO recorrieron en 2011 alrededor de 20.000 km por América Latina conduciendo una T2 del año 69.

La Kombi en España

A España no han llegado muchas unidades. Francisco Javier Sastre Burgos, propietario del taller Karvans (ubicado en Sevilla desde 2008) y especializado en la mecánica de vehículos VW clásicos, cree que “aquí hay muchos aficionados a la marca VW y a las Kombi, pero no al mismo nivel que si lo comparamos con Francia o Alemania”. El principal motivo, explica, se debe a que “en España no se comercializaban, ya que solo accedían a través de las islas porque eran puerto franco y se utilizaban para trabajar en plantaciones de plataneras”.

Según explica, uno de los modelos más cotizados de la furgoneta es el “VW T1 Barndoor, que se caracteriza por tener el portón del motor trasero más grande que las que se fabricaron con posterioridad”. Sobre el tipo de reparaciones más frecuentes que se encuentran en el taller, Francisco Javier cuenta que “hay de todo”, pero que cada vez le llegan más peticiones para “convertirla en vivienda”.

“Cuando en 1990 compré mi T1 de 1964 por 120.000 pesetas, mis amigos me decían que estaba loco”, recuerda el tinerfeño Eduardo Pérez-Ascanio, dueño de una empresa de turismo rural. “Antes la gente no quería este tipo de furgonetas”, añade. “La compré para los Carnavales de Santa Cruz, con la idea de cortarla por la mitad y crear una plataforma para que la gente pudiera bailar”, recuerda. Aunque al final a la abuela, como la llaman sus amigos, la salvó un problema en el motor, por lo que “decidieron buscar otra furgoneta”. Así pudo conservarla.

Hoy en día las cosas son bien diferentes, debido a que existe una mayor demanda de este tipo de vehículos. “Hay diez furgonetas en Tenerife y ningún propietario la quiere vender ni por 35.000 euros”, cuenta jocoso. Eduardo ha viajado con su T1 por Tenerife, La Palma y La Gomera, y afirma que “es un vehículo que despierta simpatías, la gente toca el claxon cuando la ve”. Antes de comprarla, su furgoneta se utilizaba en la isla para la ruta de transporte escolar.

Amante de los automóviles clásicos -tiene ocho-, Eduardo explica que muchos coleccionistas deciden matricular su Kombi como vehículo histórico. ¿El motivo? Tal y como informa la Dirección General de Tráfico, es que después de superar una serie de exhaustivos exámenes técnicos se obtienen ciertos beneficios, entre ellos  la exención del Impuesto de Circulación o la obligación de pasar la ITV solamente cada cinco años.

El vehículo como símbolo de libertad

La libertad es una de las claves con las que los vehículos tipo Camper han conquistado a sus dueños. “En mi casa siempre hemos tenido una furgoneta. Cuando éramos pequeños mis padres nos llevaban con ella por la toda la Península”, recuerda Nacho Fernández. “Antes se pensaba que viajar en furgoneta era para los pobres que no podían permitirse una vacaciones, cuando en realidad no es así; con este tipo de transporte tú decides cuándo y adonde quieres ir”, añade.

Nacho es el propietario de Caracolvan, una empresa fundada en 2010 en el Puerto de Santa María, en Cádiz, que se dedica al alquiler de furgonetas. “La costa gaditana es muy atractiva para este negocio, porque no son muchos kilómetros que recorrer”, justifica. La estrella de su flota es un T2 Westfalia de 1977, cuyo alquiler en temporada alta cuesta 799 euros a la semana. Nacho cree que “el que la alquila tiene claro lo que quiere. Es un vehículo que da el cante, que transmite buen rollo”.

Por su parte, en el taller Karvans tienen también un modelo alemán de 1965, de 11 ventanas, que alquilan para eventos como bodas y anuncios. “El año pasado nos la solicitaron para cinco bodas y una marca de cervezas rodó un anuncio con ella”, explica Francisco Javier. “Para este año ya hemos cerrado varias citas para más bodas, ya que es algo poco común y muy divertido para estas ocasiones”.

El estilo de vida libre que promueve este tipo de furgonetas se asocia al movimiento hippie. Pero Marta y María creen que, más allá de estereotipos, lo que impera es la libertad. “Puedes parar a comer cuando y donde quieras y, para dormir, lo mismo. Además, tienes el jardín más grande del mundo. Como siempre decimos, hay quien va a un hotel de cinco estrellas, pero nosotros tenemos un hotel con miles de estrellas y con un jardín distinto cada día”, reflexionan.

Y continúan  desmitificando la conexión hippie. “Nosotros hemos conocido a todo tipo de gente que se mueve con la Kombi. Desde ingenieros industriales a educadores sociales, pasando por parejas de más de setenta años, familias con hijos, solteros o casos más peculiares como gente que corre carreras de trineos y lleva a sus perros en la furgoneta… ¡Creo que la lista es infinita!”, dice Marta.

Otra gran historia a bordo de este vehículo es la de Antón Calderón y María Royo: ellos recorrieron, en 2011, alrededor de 20.000 km por América Latina conduciendo una T2 del año 1969. Su viaje tenía fines solidarios y a su furgoneta la bautizaron como FurgoNana, nombre de su proyecto. La motivación de su aventura fue la grabación de un documental que los llevó por países como México, Honduras, Panamá o Bolivia para denunciar la violación de los derechos de la infancia.

Lo que distinguía a su proyecto era la búsqueda de canciones de cuna en cada uno de los países que visitaron para hacer frente a las desigualdades que padecen los niños en el continente americano, mezclando animación con la realidad. En estos momentos el documental se encuentra parado mientras resuelven la búsqueda de financiación y de un coproductor que comparta los derechos.

Su furgoneta la compraron en San Francisco específicamente para el proyecto. “Estaba en buenas condiciones -explica Antón-. La puesta a punto nos la hizo un taller de allí a cambio de grabarles un vídeo promocional”. Como modificación principal, quitaron la última fila de asientos para añadir una cama que iba anclada al chasis “que podíamos levantar y así nos servía de caja fuerte para guardar el equipo”, especifica. Les recomendaron la compra de este modelo porque es muy común en América Latina, por lo que no les sería difícil encontrar recambios a lo largo del camino.

Furgoneta Kombi

Una mecánica muy característica

Otra de sus particularidades es la mecánica, sencilla y muy característica. Según explica Francisco Javier, “las Kombi clásicas, fabricadas desde el año 1950 a 1982, se comercializaron todas con gasolina y propulsadas por un motor con configuración bóxer y un sistema de refrigerado del aceite por aire. No tenían circuito de agua y esa es su característica más común. Por eso se denominaban aircooled. Estos motores son míticos, característicos y exclusivos de VW, y se sitúan en la parte trasera del vehículo”.

“Actualmente la mecánica es mucho más complicada, con muchísima electrónica, y no tan grata de disfrutar como estos motores aircooled”, explica. Eduardo refrenda que esa es una de las ventajas de la Kombi: a pesar de su antigüedad, “funciona perfectamente porque el motor va refrigerado por aire, no por agua, así que no hay calentones”, dice Eduardo.

De momento, para los propietarios de esta reliquia tampoco es especialmente complicado encontrar piezas cuando tienen una avería. “La mayoría de recambios que necesito los consigo en Inglaterra o Alemania, es un modelo del que existen muchas unidades”, explica Nacho Fernández, de Caracolvan. “Además, VW tiene una línea oficial para vehículos clásicos e históricos donde es posible comprar piezas oficiales”, añade.

Sobre el final de producción de la furgoneta Kombi en Brasil, Francisco Javier no cree que se vaya a disparar el precio como consecuencia de su desaparición. Desde su punto de vista, en general “se valora mucho más un vehículo alemán que uno de fabricación latinoamericana, ya que allí la producción se hizo a partir de los años setenta. Esto no está bien visto por los puristas de la marca, porque en esa década ya no existía la T1 en Europa, mientras que en Brasil se hacían verdaderas aberraciones”.

Finaliza su producción, pero la Kombi y su espíritu siguen más vivos que nunca. En todo caso, este final refuerza todavía más el misticismo generado alrededor de esta furgoneta, que ha acompañado a varias generaciones de viajeros en su búsqueda de libertad.

Una furgoneta muy animada y cinematográfica

La Máquina del Misterio que acompañaba a Scooby-Doo, Fred, Daphne, Vilma y Shaggy era nada más y nada menos que una furgoneta VW. A bordo de ella, los protagonistas de la serie de animación, que empezó a emitirse en 1969, se lanzaban a la carretera a resolver enigmas. Pero hay muchas otras series y películas de animación donde la Kombi ha tenido un papel destacado.

En Peppa Pig, la cerdita y su familia pasan dos capítulos de acampada a bordo de la furgoneta. Y en el episodio número 42 de Futurama, Fry y sus compañeros aparecen vestidos con atuendos hippies, acompañados por la furgoneta de VW.

La película Cars (2006) contaba entre sus protagonistas con una Kombi. Pero no solo ha sido objeto de animación: casi todo el mundo recuerda a la entrañable y excéntrica familia de Pequeña Miss Sunshine, de viaje a través de Estados Unidos en una Camper para que su hija pequeña participase en un concurso de belleza infantil.

Jamie Oliver, el popular cocinero británico, viajó y cocinó por Italia con una Volkswagen en 2005; más recientemente, la película The Bus (2012) repasaba la historia y evolución de la Kombi como referente de la cultura popular.

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