La condena por fraude en las ayudas a cooperación pone fin a la incombustible carrera política de Blasco

Una condena de 8 años de cárcel por malversar ayudas a la cooperación ha puesto fin a la carrera política de Rafael Blasco, uno de los 'incombustibles' del panorama valenciano, que ha ocupado durante décadas cargos en diferentes partidos e instituciones.
Rafael Blasco Castany
Rafael Blasco Castany
EUROPA PRESS
Rafael Blasco Castany

Una condena de 8 años de cárcel por malversar ayudas a la cooperación ha puesto fin a la carrera política de Rafael Blasco, uno de los 'incombustibles' del panorama valenciano, que ha ocupado durante décadas cargos en diferentes partidos e instituciones.

Este miércoles, la sala de lo Civil y Penal del Tribunal Superior de Justicia de la Comunitat Valenciana (TSJCV) ha condenado al exconseller de Solidaridad y diputado No Adscrito en las Corts a la pena de 8 años de prisión y 20 años de inhabilitación absoluta para empleo o cargo público por malversar con ayudas destinadas a proyectos de cooperación en Nicaragua, la misma pena que al considerado cabecilla de la trama, Augusto César Tauroni.

Rafael Blasco es doctor en derecho por la Universitat de València y ha trabajado de interventor y depositario de fondos de la administración local. Está casado con la hasta hace poco directora del Institut Valencià de Art Modern (IVAM), Consuelo Ciscar.

En su juventud, Blasco militó en el Partido Comunista de España (PCE) y en el Frente Revolucionario Antifascista y Patriótico (FRAP) y, más tarde, se afilió al PSPV y fue conseller con el expresidente de la Generalitat Joan Lerma, con quién dirigió los departamentos de Presidencia y Obras Públicas y Urbanismo.

En 1989, cuando ostentaba esta última cartera, una directora general de su Conselleria denunció a dos funcionarios por supuestamente aceptar dinero a cambio de recalificar unos terrenos en Calp (Alicante), por lo que Lerma lo destituyó.

En 1995 Eduardo Zaplana ganó las elecciones autonómicas en la Comunitat Valenciana y nombró a Blasco subsecretario, quien volvió así al Consell, pero entonces con el Partido Popular. Rafael Blasco ha sido conseller con todos los presidentes que ha tenido la Generalitat valenciana a excepción del actual jefe del Consell, Alberto Fabra, —Joan Lerma, Eduardo Zaplana, José Luis Olivas y Francisco Camps—. Con el PP ha ostentado las carteras de Empleo, Bienestar Social, Territorio y Vivienda, Sanidad y Solidaridad y Ciudadanía.

Esta longeva trayectoria se ha truncado por el llamado 'Caso Cooperación', que investiga las irregularidades en la concesión de ayudas a la cooperación humanitaria durante la gestión de Blasco al frente del departamento de Solidaridad.

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Roger rabbit'

Los jueces ha condenado a Blasco por los delitos de malversación de caudales, tráfico de influencias, prevaricación y falsedad documental al considerar que, efectivamente, él es 'El Conill', 'El Conejo' o 'Roger Rabbit', como según la Udef le identificaban los acusados en la primera pieza del 'caso Cooperación' en el que se han juzgado presuntas irregularidades en ayudas concedidas a la Fundación Cyes para proyectos en Nicaragua.

El proceso judicial de Blasco se remonta a hace casi cuatro años, cuando salieron a la luz pública una serie de presuntas irregularidades en la concesión de ayudas por parte de la conselleria que este dirigía a la Fundación Cyes, presidida por Marcial López y en la que estaba detrás Tauroni.

"Soy inocente" y "se me ha sometido durante tres años y medio a un juicio paralelo en el que la presunción de inocencia ha brillado por su ausencia", han sido algunas de las frases más pronunciadas por el exconseller desde que se conociera el caso, se comenzó a investigar en un juzgado ordinario y se acabó juzgando en el TSJCV.

Blasco, que tan solo en el último momento reconoció que podía haber cometido algún error, llegó a decir que haber llegado al juicio había representado para él un "alivio" por la posibilidad de conocer "de primera mano" y "sin intoxicaciones" los hechos.

El exconseller, que dejó su acta de diputado 'popular' para irse al grupo de los No Adscritos tras hacerse público su procesamiento y la fecha de juicio, pasó las sesiones del juicio en solitario, sin compañía de familiares ni de representantes políticos.

Su compañero en este viaje judicial ha sido su abogado Javier Boix, quien le ha representado a lo largo del procedimiento y ha pedido para él la libre absolución, al considerar, tal y como expuso en sus conclusiones, que dictar una sentencia condenatoria sería "insostenible".

A lo largo de las sesiones, unas 35 en total repartidas en algo más de dos meses, se ha podido ver una evolución tanto en el comportamiento como en la actitud y la apariencia del exconseller, quien comentaba las declaraciones y testificales con sus compañeros de banquillo e, incluso, asentía o negaba ante las manifestaciones.

Semblante cambiante

En las primeras sesiones del juicio, dedicadas a cuestiones previas y a los interrogatorios de los acusados, se pudo ver a un Blasco más optimista y muy concentrado. Sin embargo, con la llegada de las testificales, sobre todo la de los técnicos de su extinto departamento y de la becaria que supervisó los proyectos en Nicaragua, su semblante fue cambiando, incluso se le pudo ver más nervioso.

En la mayoría de las sesiones del juicio, a Blasco estuvo sentado junto al exsubsecratario de la extinta Conselleria Alexandre Catalá y su exjefe de gabinete Xavier Llopis. La mayoría de los acusados solía tomar nota en sus cuadernos durante las sesiones para que no se les escapase ningún detalle.

En algunos descansos, se le podía ver hablando con algunos de estos acusados, pero sin embargo no solía dirigirse a Tauroni, con quien negó cualquier relación de "confianza o amistad", aunque sí reconoció que lo conocía desde hacía 12, 13 o 14 años.

Pese a ello, tanto la Udef como el ministerio fiscal han mantenido que Blasco y Tauroni eran "amigos" y que utilizaron su relación para "delinquir" en las ayudas concedidas para proyectos de cooperación. De hecho, según la Policía, el empresario llamaba a Blasco 'El Conill', 'El Conejo' o 'Roger Rabbit', tal y como se desprendía de sus correos electrónicos, extremo que ambos negaron.

De hecho, sobre este aspecto, Tauroni fue un paso más allá y durante el juicio llegó a pedir "dejar de lado la paranoia de Walt Disney" porque esto parecía "una trama con nombres de animales". 'Conejo', dijo Tauroni, era la palabra que utilizaba "en muchos ámbitos", "en muchos contextos", y aclaró que también solía utilizar otras expresiones como el Pato Lucas o Mickey Mouse, aunque reconoció que podrían haber sido expresiones "poco afortunadas".

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