China prepara la bienvenida al Año del Cerdo, con permiso de los musulmanes

  • La llegada del Año Nuevo del calendario chino se celebra en familia.
  • Habrá linternas rojas, banquetes y millones de petardos.
  • Este año habrá especial respeto por los musulmanes.
Globos para celebrar la llegada del nuevo año (Claro Cortes / REUTERS).
Globos para celebrar la llegada del nuevo año (Claro Cortes / REUTERS).
Claro Cortes / REUTERS
Globos para celebrar la llegada del nuevo año (Claro Cortes / REUTERS).
China despide esta noche el Año del Perro y da la bienvenida al del Cerdo, uno de los animales más queridos del zodíaco oriental, sin demasiadas celebraciones en esta ocasión por temor a ofender a los veinte millones de musulmanes que viven en el país asiático, y cuya religión prohíbe el consumo de este animal.

La mayor fiesta de la cultura oriental, que alcanza su punto culminante esta noche, goza de su habitual ración de petardos, farolillos rojos y celebraciones en los templos pero, por decisión oficial, este año su proyección en los medios de comunicación es distinta.

Nos han pedido que los cerdos no aparezcan en televisión
"Nos han pedido que los cerdos no aparezcan demasiado en la televisión, que los evitemos en la medida de lo posible", señalaba recientemente a Efe un periodista del canal estatal CCTV.

Mientras, empresas como Nestlé eran obligadas a retirar anuncios de Año Nuevo protagonizados por rosados cerditos para no herir sensibilidades.

Sin embargo, tanto tacto corre el riesgo de quedarse en mera anécdota: los musulmanes de Pekín tradicionalmente participan en la fiesta tanto como sus compatriotas budistas, taoístas y ateos, y a muchos de ellos se les pudo ver hoy en la feria del Templo de la Tierra, donde se celebran los festivales más animados de la capital.

"¡Pinchos de cordero! ¡Comida de Xinjiang!", gritaban en las primeras horas del día unos chinos musulmanes, vestidos como árabes de Oriente Medio, en un puesto de la célebre feria, que este año celebra su decimoséptima edición.

No lejos de allí, una familia de musulmanes paquistaníes paseaba con sus niños que, junto a sus amigos chinos, se dedicaban a hacer girar peonzas, uno de los pasatiempos infantiles típicos en el Año Nuevo.

El año nuevo más caluroso

Esta noche culmina el Festival de Primavera, fiesta de 15 días que empieza con el Año Nuevo lunar y se prolonga hasta dos semanas después, con la primera luna llena del año, en el llamado Festival de la Linterna.

En Pekín, donde se vivirá el Año Nuevo más caluroso de los últimos 56 años, con temperaturas máximas de 10 grados, se observan por primera vez en casi una década puestos callejeros de tracas y cohetes; y es que hasta 2006, el uso de esos artefactos en el casco urbano estuvo prohibido por riesgo de incendio.

Pekín amaneció hoy como una ciudad en guerra, con pequeñas explosiones aquí y allá procedentes del arte pirotécnico de los chino, inventores y grandes amantes de los fuegos artificiales.

Para los pequineses, un Festival de Primavera sin petardos es como un jardín sin flores, y las autoridades no han tenido más remedio que ceder a las protestas, aunque han extremado la alerta de los servicios de bomberos y la policía, que vigila con celo las calles y las inmediaciones de los templos.

Ello no evita que ocurran incidentes como el de anteayer en Jinan (capital de la provincia oriental de Shandong), donde un temerario encendió un petardo en un mercado pirotécnico: el resultado, 120 puestos de petardos quemados y toda una plaza llena de cenizas y humeante, aunque milagrosamente no hubo ningún herido.

Una tradición de todo el país

Las fiestas del Año Nuevo chino son más espectaculares en el sur del país, donde son típicas las danzas de dragones y leones, que en el frío norte, donde se encuentra Pekín, las bajas temperaturas invitan a quedarse en casa y ver la programación especial de la CCTV.

Sureños y norteños comparten, eso sí, la tradición de reunirse con sus familias en estas fechas, aunque para ello tengan que viajar cientos de kilómetros.

Por ello, el Festival de Primavera suele traer consigo un enorme caos en el transporte, con más de cien millones de viajes por tren y cerca de mil millones por carretera.

En sus casas, los chinos preparan unos banquetes con decenas de platos, entre los que no pueden faltar los "jiaozi" (raviolis chinos) y las mandarinas.

Además, cuelgan linternas rojas por doquier, regalan a los niños de la casa sobres rojos con dinero y colocan en la entrada de sus viviendas símbolos que expresan su deseo de un año próspero y feliz.

Esos signos incluyen desde peces dorados a parejas de niños gorditos (un chico y una chica), animales (cerdos en esta ocasión) o caracteres con el signo "fu" ("felicidad") colgados al revés, pues los chinos creen que da mejores augurios así que si se pone del derecho.

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