El final del Tercer Reich

Tras la muerte de Roosevelt, acaecida días atrás, la esperanza se renueva en el búnker y Hitler anuncia una gran derrota de los soviéticos a las puertas de Berlín, ya que el disenso en la conferencia fundacional de la ONU entre los casi cincuenta países en San Francisco es evidente, por el problema de la existencia de dos Gobiernos polacos, uno en el exilio y otro controlado por la URSS.
Ello el Führer lo interpreta como una señal de enfrentamiento y consecuente debilidad de sus adversarios.
 
Hitler maniobra primero sobre mapas y más tarde utilizando los propios planos de Berlín, el mejor modo de organizar la defensa. Tiene una confianza ciega en el ejército de Wenk que se encuentra al sur de la capital. Pero éste, lejos de escuchar y obedecer las órdenes recibidas del búnker, procura mantener abierto un pasillo entre sus fuerzas y las del noveno ejército para facilitar el paso de los refugiados. «Cuando llegue Wenk y nos libere de los soviéticos, habrá que pensar en recuperar los territorios petrolíferos», afirmó un Hitler eufórico, desconocedor de las actividades de su subordinado. Aunque parezca imposible ha llegado al búnker la piloto Anna Reitsch, acompañada de Ritter von Greim, comandante de la sexta flota aérea que ha resultado herido al aterrizar en un inestable Fiesler Storch junto a la puerta de Branderburgo. La piloto intenta convencer a Hitler de que se traslade a Berchtesgaden. «Mire Anna –me cuenta mi padre que le respondió el Führer–, sólo para defender el Bergohf no, para eso no he venido a este mundo».
 
Mientras, en Barcelona, el número agraciado con la suerte y un premio de 25 pesetas fue el 807 y radio Barcelona emitió un programa de divulgación histórica consistente en un itinerario por la calle Montcada.
 
Mañana: La boda y el funeral
 
Hitler: «Cuando llegueWenk y nos libere, habrá que pensar en recuperar los territorios petrolíferos»
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