Ramón Muñoz: "Al‐Ándalus no fue un ejemplo temprano de alianza de civilizaciones"

  • El escritor madrileño retoma la novela histórica con 'El brillo de las lanzas'.
  • La obra está ambientada en los primeros meses del Califato de Abderramán III.
  • Un largo proceso de documentación ayuda al lector a entender un período de la historia complejo pero "fascinante".
Ramón Muñoz
Ramón Muñoz
Ramón Muñoz

España siglo X d.C. El califa Abderramán III está acabando una por una con las rebeliones que pusieron en peligro la integridad de Al-Ándalus, pero aún quedan algunos rebeldes que, impulsados por el deseo de venganza o el ansia de libertad, están dispuestos a desafiar la autoridad de Córdoba, como Álvaro de Monterrubio.

En este convulso escenario se desarrolla la nueva novela histórica del escritor madrileño Ramón Muñoz, El brillo de las lanzas (Pàmies), en la que, tras un largo y trabajoso proceso de investigación sobre la realidad de la época, invita al lector a descubrir los entresijos de un momento en el que el Califato de Córdoba presume de ser una de las ciudades más importantes del mundo.

¿Por qué elegiste escribir sobre los primeros años del Califato cordobés?

Me parece un periodo fascinante, tanto por los acontecimientos en la Península Ibérica, donde en unas pocas décadas se le da la vuelta por completo a una situación que parecía insalvable para los Omeyas, como por lo que sucede fuera de ella, sobre todo en el norte de África, que comienza a convertirse en esta época en el enemigo íntimo de Al‐Ándalus.

En general, parece que se tiende a considerar la dominación árabe en la península Ibérica, como un periodo monolítico y sin fisuras, cuando en realidad las luchas entre las dinastías y facciones fueron constantes. ¿Por qué cree que ocurre eso?

Creo que existe un desconocimiento generalizado de lo que fue Al-Ándalus, tanto por parte de los que consideran esa etapa de la historia de España como una especie de tumor que fue felizmente extirpado gracias a la Reconquista como por los que presentan Al‐Ándalus como un ejemplo temprano de alianza de civilizaciones donde reinaban la paz y la concordia. Ambos son puntos de vista equivocados que soslayan una realidad mucho más compleja y por ello más difícil de utilizar para apoyar reivindicaciones y discursos actuales. Es más fácil y más cómodo creer que todo fue negro o blanco, que había buenos y malos perfectamente definidos y que la religión determinaba por completo las identidades culturales y políticas a uno u otro lado de la frontera. En realidad, gran parte del avance cristiano se produce a rebufo de los conflictos internos que desgarraron Al‐Ándalus casi desde sus comienzos.

El protagonista Álvaro de Monterrubio es un luchador tenaz y rebelde que se niega a la derrota, ¿se le puede considerar un mercenario?

Más que un mercenario, Álvaro de Monterrubio es un rebelde sin causa, puesto que el ideal por el que luchó ya no existe. Se trata de una persona que no se resigna a la derrota, tal vez porque reconocer que ha sido derrotado supondría tanto como reconocer que su vida ya no tiene sentido.

¿Quién podría ser su equivalente en la sociedad de hoy?

Es difícil decirlo. Podrían ser, tal vez, esos guerrilleros que en lugar de rendirse siguen enriscados en unos montes o se han refugiado en el interior de la selva pese a que sus posibilidades de derrotar al poder contra el que luchan son mínimas.

A veces, la profundidad narrativa de la novela entra en detalles históricos que tal vez escapan a un lector sin un cierto conocimiento de la historia de la época, ¿cómo ha sido el proceso de documentación?

Ha sido un proceso complejo, como suele ocurrir cuando se aborda la narrativa histórica. Muchas veces no llegar a saber cuánta documentación necesitas hasta que comienzas a escribir y te das cuenta de que precisas unos datos con los que no contabas al principio, así que en mi caso suele ser un proceso continuo en lugar de un proceso cerrado. Otra cuestión es cómo trasladar todos esos datos al texto sin abrumar al lector y que al mismo tiempo entienda las peculiaridades del periodo histórico que estás tratando, lo cual tampoco es fácil.

¿Qué partes o aspectos del libro son ficción?

Hay un porcentaje de ficción importante en el libro, empezando por muchos de los personajes, que son imaginarios. Sin embargo el mundo en el que se mueven, algunos de los hechos en los que se ven envueltos y el periodo histórico en el que se desarrollan sus andanzas está recreado con rigor

Uno de los paradigmas de esa época es la convivencia pacífica entre culturas: árabe, cristiana, mozárabe, morisca… ¿Cree que realmente existía esa buena relación?

Podemos hablar de convivencia pacífica en el sentido de que no se produjeron matanzas sistemáticas o conversiones forzosas durante gran parte de la existencia de Al‐Ándalus, aunque en algunos periodos sí las hubo, pero sin olvidar nunca que cristianos y judíos siempre estuvieron en una situación de clara inferioridad frente a los musulmanes. Por ejemplo, la conversión masiva de cristianos al islam durante los primeros siglos de presencia árabe en la Península se explica en gran medida porque los cristianos estaban obligados a pagar hasta el triple de los impuestos que se le exigían a un musulmán.

El consumo de vino entre los musulmanes aparece con frecuencia en el libro, ¿realmente no era tan rígida la prohibición en la época?

Hay que tener en cuenta que la civilización andalusí tiene rasgos propios que la diferencian del resto del Islam, ya sea por haber asimilado la cultura hispanorromana tras la conquista de la Península o por el contacto frecuente con los cristianos, y uno de estos rasgos era el consumo habitual de vino. De vez en cuando se producían reacciones conservadoras que trataban de prohibir la producción y el consumo de bebidas alcohólicas, pero ninguna tuvo un éxito duradero. Y entre los soberanos omeyas hubo más de uno que se emborrachaba con bastante frecuencia, incluyendo al propio Abderramán III.

Tu anterior novela, La Tierra Dividida, también es narrativa histórica, ¿te mantendrás fiel al género?

Tengo la intención alternar la narrativa histórica con otros géneros que me gustan y que no quisiera abandonar, aunque muchas veces no hay tiempo para llevarlo todo adelante.

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