Los arquitectos participantes en las XVII Jornadas de Intervención en el Patrimonio Histórico-Artístico, que durante este fin de semana se ha desarrollado en Logroño, reclaman "tiempo para la reflexión y el conocimiento" así como "más valentía a la hora de decidir qué conservar y qué no" porque "ni todo lo viejo es patrimonio intocable, ni todo lo nuevo es prescindible por el hecho de serlo".

Éstas son algunas de las conclusiones surgidas del debate que ha tenido lugar durante el transcurso de las Jornadas, que organiza el Colegio de Arquitectos de La Rioja y dirige la arquitecta, Irene Fernández Bayo. En su desarrollo han participado cerca de 150 profesionales, entre ponentes y cursillistas, de diferentes disciplinas vinculadas con la reconstrucción del patrimonio, procedentes de toda España.

Para los arquitectos, es "primordial" pensar previamente en el uso y función que se quiere dar a un edificio antes de llevar a cabo su rehabilitación. "El nuevo cometido ha de ser adecuado y sostenible porque el ciclo de la vida de un edificio es mucho más largo que un ciclo electoral".

Además, "la falta de confianza de la sociedad actual, como consecuencia de la crisis económica, nos está llevando a tratar de mantenerlo todo, demostrando con ello nuestra cobardía a la hora de decidir qué es lo verdaderamente necesario y qué no lo es. Ni todo lo viejo es patrimonio digno de conservar ni todo lo nuevo es prescindible por el hecho de serlo".

Para los arquitectos es necesario "conocer la opinión de los ciudadanos y las necesidades que tienen, pero el proyecto lo han de llevar a cabo los profesionales", así aseveran, "convocar a los ciudadanos para que se hagan cargo del diseño de una plaza es populismo barato y una irresponsabilidad".

Con todo ello, aseguran, la intervención en un edificio "es inseparable del conocimiento" por ello "necesitamos más tiempo para pensar. Los arquitectos tenemos que cambiar nuestra forma de trabajar: debemos exigir más tiempo para pensar y redactar el proyecto y emplear menos en llevar a cabo la obra".

Finalmente, indican la necesidad de "pensar en el nuevo edificio desde el vacío. El vacío es el espacio de los ciudadanos y, también, lo que diferencia a una ciudad de otra en un momento de globalización en el que la arquitectura se exporta y es casi la misma en cualquier lugar del mundo".