'La Tilli', la campesina analfabeta que cuenta su vida en un libro

  • Tiene 74 años, la conocen como 'La Tilli' y vive en Huétor Tájar (Granada).
  • Dictó todos su poemas de memoria a una profesora del pueblo.
  • Ya prepara su segunda obra que versará sobre el desamor.
Jacinta Ortiz Mesa, 'La Tilli', en un campo de su pueblo, Huétor Tájar, en Granada.
Jacinta Ortiz Mesa, 'La Tilli', en un campo de su pueblo, Huétor Tájar, en Granada.
Agata Lech Sobczak
Jacinta Ortiz Mesa, 'La Tilli', en un campo de su pueblo, Huétor Tájar, en Granada.

Cantar le hubiese gustado, pero la voz no la ha acompañado / Torear le hubiese gustado, pero no tuvo apoderado / Lo último que ha pensado, ahora, sin saber escrirbir, es que quiere ser escritora / Esta idea la sigo aunque tenga que pagar / Voy a dictar un libro. El poema se llama Cosas que a la campesina le hubiese gustado.

Es de Jacinta Ortiz Mesa, una agricultora analfabeta que vive en Huétor Tájar (Granada). A sus 74 años acaba de cumplir su sueño: publicar un libro, La Campesina (Ediciones Dauro), en el que narra la historia de su vida en verso. "Estoy emocionada. Me han dado la enhorabuena mucha gente", cuenta ilusionada a 20 minutos.

La Tilli, como la conocen cariñosamente en su pueblo, se declara una mujer valiente, alegre, "espabilá", dispuesta , decidida para todo, amante del arte y la literatura, con un pasado duro que ha sabido afrontar con tesón y esfuerzo.

Su madre la trajo al mundo en 1939, sin la ayuda de nadie. Enviudó a los 31 años y crió sola a sus cinco hijos. "Vivía en una choza y salí adelante como cualquier hombre.  Tenía tanto que hacer que no me daba tiempo a llorar. Hoy tengo una buena finca y todos mis hijos están colocados. En el pueblo soy famosa por lo valiente que he sido", dice orgullosa.

Su vida entera ha sido el campo. Ahora, para distraerse, esta andaluza tiene una parcela con espárragos.

Se los sabe de memoria

Como no sabía leer ni escribir, Jacinta, animada por sus amigas a que compartiera toda su sabiduría, le pidió a una maestra del pueblo que escribiera todos sus poemas a ordenador. Se los dictó casi de memoria.

Tardaron tres meses del pasado invierno en plasmar "la pila de versos" que tenía en su cabeza: el de la abeja y la rosa, el dedicado a la muerte de Paquirri, el que cuenta su vida.... ¿El resultado? Un libro de 170 páginas que ha financiado personalmente.

En su obra habla de Sierra Nevada, uno de sus lugares favoritos, también de Lanjarón, el deporte, la crisis y, sobre todo, del desamor. Porque a La Tilli se enamoró por segunda vez hace poco tiempo.

Tras el gran desengaño que sufrió, cuenta que prepara ya su segundo libro: Amores traicioneros. No es su único proyecto. Tiene una obra de teatro titulada Las Cañiceras, dice feliz esta escritora autodidacta.

A los jóvenes de hoy, "que lo quieren hecho todo", La Tilli les dice que luchen y se administren bien.

A continuación, el poema que abre su libro.


Resumen de una vida

Yo no me quiero acordar

ni la memoria me alcanza,

para tanta calamidad,

como yo pasé en mi infancia.

Cuando tenía seis años

me ponen a trabajar,

guardando cerdos y cabras

y pavos para empatar.

Si conocen lo que digo,

los cerdos se despistaban,

las cabras comían los olivos

y los pavos que no andaban.

¡Ni con la ayuda de Dios,

señores, yo los juntaba!

Con muchísimo trabajo

y muy poca libertad

yo llegué a los quince años

¡no lo quiero ni pensar!

Cuando a los quince llegué

ya los niños me gustaban,

pero era yo tan fea

que nadie me decía nada.

¡Por fin! ya llegó ese día,

que uno me dijo te quiero

yo le dije: y yo a ti

contesté pronto y ligero.

Era el hombre de mi vida,

el que se sentó a mi lado,

que yo, viva como viva,

a ese nunca lo he olvidado.

Pero poquito duró

eso bueno de mi vida,

el diablo se atravesó

y volví a pasar fatiga.

Se perdió un ángel en el cielo

que por eso Dios bajó

y cuando lo vio tan bueno

al cielo se lo llevó.

Menores de once años

me quedaron cinco niños,

un montón de trabajo

y ni una pizca de cariño.

Era un cuadro gigante

lo que en mi casa quedó,

había que seguir pa alante

y tenía que hacerlo yo,

De día yo trabajaba

y por la noche cosía,

pues lo que a mí me pasaba

era que poco dormía.

Yo muy poquito dormía,

muy poquito descansaba,

pero con todo ese esfuerzo

y con la ayuda de Dios

nunca nos faltó de nada.

Lo malo que les he hecho

es hacerles trabajar ,

pa que fuesen de provecho

y apretaran a estudiar.

Ya se me hicieron mayores

y ahí está el resultado,

todos son trabajadores

y todos se han colocado:

uno se hizo tractorista,

y el otro fue camionero,

la chica rompió por contable,

y otro se me hizo banquero,

y la más grande de todos

plancha para el mundo entero.

Me ha llegado la vejez

y ahora tengo esa alegría,

los veo a todos trabajar

que era lo que yo quería.

¡Qué bonito es vivir!

cuando la vida es buena.

¡Qué bonito es vivir!

si la vives sin pena,

¡Qué bonito es vivir!

la salud es lo primero

¡Qué bonito es vivir!

se lo digo al mundo entero.

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