Audiard considera que es la "cuestión popular" del cine, "que ha mutado mucho", la que está en tela de juicio

El afamado director francés Jacques Audiard ha considerado este sábado que lo que se encuentra en "tela de juicio" es "la cuestión popular del cine", una disciplina artística que se encuentra en proceso de mutación y que ya lo ha hecho "mucho" en los últimos tiempos.
Jacques Audiard y Thomas Bidegain en la Seminci
Jacques Audiard y Thomas Bidegain en la Seminci
EUROPA PRESS
Jacques Audiard y Thomas Bidegain en la Seminci

El afamado director francés Jacques Audiard ha considerado este sábado que lo que se encuentra en "tela de juicio" es "la cuestión popular del cine", una disciplina artística que se encuentra en proceso de mutación y que ya lo ha hecho "mucho" en los últimos tiempos.

Audiard, quien junto al estadounidense Paul Schrader recibirá la Espiga de Honor de la 58 Semana Internacional de Cine de Valladolid (Seminci), se ha referido a la situación por la que atraviesa el cine en España, que acumula una subida de IVA que se suma a un elevado precio de las entradas.

"Es la cuestión popular del cine la que está en tela de juicio", ha asegurado después de confesar su deseo de reconocer que el cine de sala, como decía recientemente David Lynch, "no está muerto". "El cine en general esta mutando, ha mutado mucho", ha afirmado el director de la laureada 'El Profeta'.

La distribución será más difícil dado que habrá menos gente en las salas, ha augurado Audiard, quien en su comparecencia ante los medios ha estado flanqueado por su guionista, el vasco-francés Thomas Bidegain, quien ha considerado que esos problemas no existen para las películas "que no representan el mundo", misión que tiene encomendada el cine de autor y que, a su juicio, han retomado la series de televisión, extremo en el que discrepa con el cineasta.

Audiard, quien durante un año ha trabajado en el 'Club de los Trece' para reflexionar sobre estas cuestiones del mundo del cine, considera que de su experiencia extrae la conclusión de que no era cuestión del cine de autor sino que los principales problemas se centraban en las películas de entre 3.000 y 10.000 euros, "las más difíciles de financiar".

La situación del cine español, que el director francés desconoce, choca con la política que en Francia se lleva en este terreno: desde la Postguerra el cine galo ha estado arropado por el Centro Nacional del Cine, que hace que una tercera parte de la taquilla nacional e internacional vaya al cine francés, según Bidegain.

"Con esta especie de autofinanciación, el cine francés está protegido", ha declarado el cineasta, nacido en el seno de una familia dedicada al séptimo arte, género del que llegó a renegar —"con 14 años dije que haría cine si fracasara en todo lo demás"— pensando más bien desembarcar en la literatura.

Lejos ya de la literatura y con una no muy extensa filmografía a sus espaldas, Audiard no se reconoce en el plano pesimista que se le atribuye y más bien cree "inocente" el contar cosas que ha acumulado a lo largo de su experiencia mientras construye el personaje del héroe —"eso ya en sí es bastante optimista"—.

Su relación con bidegain

Compañero de fatigas en sus últimos guiones, el papel de Thomas Bidegain en la trayectoria de Audiard va en la actualidad más allá: se ven a diario, momento en el que comparten el trabajo que han realizado por separado, y buscan una idea formal de la que partir: primer piensan en la película y luego abordan el guión.

Su dinámica de trabajo les ha embarcado en el proyecto de un western y en otro trabajo que no ha querido desvelar a la vez que, junto a Bidegain, desechó la idea de abordar un musical por las dificultades que entrañaría.

Pero una de las cosas que tiene claras es su gusto por el cine francés, que de momento le lleva a rehusar rodar fuera de su país con actores extranjeros. "Me siento muy francés en mi cinefilia y lo que quiero es mirar alrededor de mí", ha reconocido el actor, quien a riesgo de enfadar a Melville en su propia tumba, ha asegurado no creer que el cine negro francés "es grande".

"Nunca he encontrado la función sociológica del cine negro", ha confesado antes de reconocer que, a lo largo de los años, también ha mutado su visión del trabajo hasta el punto de que ahora necesita un equipo que le sintetice cuando, en sus inicios, estaba "muy encima de los actores" con el fin de que respondieran a la idea que tenía en mente.

Las tornas y los tiempos han cambiado y fue a partir de su tercera película cuando llegó la "revelación": su deseo oculto de improvisación. "Ahora, si ruedo lo previsto empiezo a preocuparme", ha manifestado antes de bajar del pedestal a los directores, quienes en último término no "metabolizan" el cine: lo hacen el equipo, el rodaje y el público.

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