Autores españoles de best sellers piden que se castigue la piratería, que genera 350 millones de pérdidas al sector

Advierten de que es un "robo" y aconsejan recurrir a las bibliotecas para acceder a cultura gratuita
Los aurores en el taller
Los aurores en el taller
EUROPA PRESS
Los aurores en el taller

Cuatro escritores españoles, todos ellos autores de best sellers en los últimos años, han alzado este viernes sus voces contra la piratería, una práctica a la que se han referido como un "robo" y que consideran que debe ser castigada en España, donde el sector del libro pierde 350 millones de euros debido a ella.

La madrileña Julia Navarro, con cinco millones de ejemplares vendidos de sus cinco grandes novelas, que se han traducido a 30 idiomas, ha subrayado lo "insoportable" que le resulta el que alguien decida "piratear" uno de sus libros después de trabajar tres años en él y ha creído necesario que ya en el colegio los niños aprendan que hacerlo es robar.

La autora de 'Dispara, yo ya estoy muerto' ha señalado que, a diferencia de los artistas musicales, a los escritores no les quedan los conciertos para rentabilizar su trabajo y que no pueden ir por las plazas de los pueblos narrando sus relatos a la gente. "Para nosotros no hay opciones", ha lamentado la también periodista, que aconseja una "multita" para aquellos que ejercen la piratería con el fin de que al menos sepan que eso no se debe hacer.

Navarro se ha manifestado de esta forma durante un taller celebrado en el campus de IE University de Segovia en el marco del Hay Festival. El encuentro, desarrollado bajo el lema 'Prohibido aburrir', ha sido conducido por los periodistas Jesús García Calero e Inés Martín Rodrigo, responsables de Cultura de ABC, y ha tenido como protagonistas a Lorenzo Silva, Javier Sierra y Juan Gómez-Jurado.

Para Silva, Premio Planeta por 'La marca del meridiano', la práctica de la piratería, que supera de forma considerable en España niveles del resto del mundo, ha de atajarse con el código penal, si bien él no comulga con la idea de que se persiga al usuario. A su juicio, se debe penalizar al "listo que se monta el negocio" y se embolsa miles de euros en publicidad por la que no declara.

Silva, conocido especialmente por sus novelas policiacas, reconoce que hay gente que carece de recursos para acceder a la cultura y considera por ello que deberían existir más bibliotecas, incluso una digital. Sin embargo, recrimina a quienes sí los tienen que opten por las copias porque ello supone "robar el pan a las familias".

"Todo esto es local y ha de atacarse con el código penal. El derecho penal es muy feo pero para determinadas cosas hay que recurrir a él. Eso sí, no se puede perseguir a cualquiera", ha redundado.

Javier Sierra opina que los horizontes han de ser mucho más amplios, pues el mundo, ha dicho, ya no es como fue y en este entramado España no deja de ser más que un "barrio". Para el autor de 'El maestro del Prado' y primer español en el 'Top Ten' de la lista de los más vendidos de Estados Unidos elaborada por el New York Times —por 'La cena secreta'—, la piratería ha de legislarse, pero no a nivel local, sino en el ámbito europeo o de las Naciones Unidas.

"Lo que está pasando es una avanzada de una inaudita transformación planetaria, son necesarias leyes globales. El mundo ya no es el que era y hay que actuar como nunca antes se ha actuado", ha recomendado, al tiempo que ha recordado que existe una amplia red de bibliotecas para aquellos que quieren un libro sin pagar no tengan que "robar".

Mejorar la industria

Juan Gómez-Jurado, cuya literatura se ha difundido con éxito en 45 países, ha expresado por su parte la necesidad de hacer mejoras en la industria del libro, que él revolucionó cuando optó por difundir gratuitamente su novela 'Espía de Dios' a cambio de al menos un euro para la ONG Save the Children.

"Nosotros podemos hacer algo más, la industria editorial tiene que cambiar y en esa transición habrá quienes sufran mucho", ha espetado el escritor y periodista madrileño, el más joven de los cuatro ponentes, que aboga por asociar el libro físico a lo digital aunque pide "respeto" a los lectores.

Durante el encuentro, que Sierra ha tenido que abandonar para participar en otro acto del Hay —sobre la promoción del libro en las redes sociales—, se ha debatido asimismo en torno al precio de los libros electrónicos, que ha suscitado diferentes opiniones entre Julia Navarro, partidaria de no bajar las cuantías, y Silva y Gómez-Jurado, que han considerado que una cantidad de diez euros es alta para un producto de estas características por el hecho de que el usuario no está dispuesto a pagarlos.

Navarro ha remarcado que son muchas las personas que están detrás de un libro y "comen" de él, pero que en España la gente "está por el gratis total", confiada de que "hacer clic" no les hace pensar que están robando. No obstante, ha apuntado que el precio no puede servir como excusa para no leer y ha concluido que en este país no se practica la lectura porque no se quiere. "En Madrid en la Cuesta de Moyano ha libro por un euro, y después tenemos las bibliotecas públicas", ha recordado la autora, que ha aprovechado este comentario para lamentar que el Gobierno está además haciendo mucho por "cargarse" la industria cultural.

La jornada ha servido también para reflexionar sobre la posibilidad de fabricar un best seller, es decir, escribirlo a sabiendas de que tendrá éxito, algo que los cuatro novelistas ven difícil, pues ninguno cree que exista la "fórmula mágica". "Eso de publicar un éxito es ficticio, el lector tiene la última palabra", ha resaltado Navarro. Silva ha reconocido que hay excepciones como el del americano James Patterson, que consigue "colocar" diez títulos al año porque dice saber lo que le gusta a la gente, aunque él apuesta por que el autor arriesgue y el lector decida.

Sierra ha manifestado al respecto que personalmente él prefiere buscar su voz, "quizás el mayor tesoro de un autor", y que una vez se consigue ésta sólo hay que esperar a que el éxito llegue o no. En esta misma línea, Gómez-Jurado ha indicado que es fácil apuntarse a una tendencia, pero que ello ha de justificarse con una voz. "No creo que exista la fórmula, sino la convicción de que una historia merece ser contada", ha aseverado.

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