El papa Francisco: "Jamás he sido de derechas"

  • El pontífice ha concedido una entrevista de seis horas al director de la revista de la Compañía de Jesús 'La Civilità Cattolica'.
  • En la conversación, el papa Francisco aborda temas como la homosexualidad, el matrimonio entre personas del mismo sexo, el aborto, o el divorcio.
  • Sobre los homosexuales, dice que "hay que acompañarlos con misericordia".
  • Se ha pronunciado sobre el papel de la mujer en la Iglesia y considera necesario "ampliar los espacios para una presencia femenina más incisiva en la Iglesia".
El papa Francisco saluda a los fieles durante la audiencia general de todos los miércoles en la plaza de San Pedro en el Vaticano.
El papa Francisco saluda a los fieles durante la audiencia general de todos los miércoles en la plaza de San Pedro en el Vaticano.
Alessandro Di Meo / EFE
El papa Francisco saluda a los fieles durante la audiencia general de todos los miércoles en la plaza de San Pedro en el Vaticano.

Cuando era superior en la Compañía de Jesús en Buenos Aires a los 36 años, el papa Francisco tomaba sus decisiones de manera "brusca y personalista". Entonces, según cuenta, su forma "autoritaria y rápida" de tomar decisiones le llevaron a tener problemas serios y a ser acusado de ultraconservador cuando, en realidad, "jamás" ha sido "de derechas".

Así lo ha relatado el propio pontífice en una entrevista publicada este jueves por dieciséis revistas de cultura de la Compañía de Jesús y realizada por el director de La Civiltà Cattolica, el jesuita italiano Antonio Spadaro, que recoge un diálogo de más de seis horas que se desarrolló a lo largo de tres sesiones el pasado mes de agosto. En España, la revista Razón y Fe es la encargada de publicarla.

En esta conversación, Francisco dijo que la Iglesia tiene el desafío de reflexionar sobre el "puesto específico" de la mujer de forma que también esté "allí donde se ejercita la autoridad en los diferentes ámbitos de la Iglesia".

El papa apuesta por trabajar más hasta elaborar "una teología profunda de la mujer" y por que "el genio femenino esté en los lugares donde se toman las decisiones importantes". Así, subraya que "no hay que confundir la función con la dignidad" pues María, una mujer, es "más importante que los obispos". Considera necesario "ampliar los espacios para una presencia femenina más incisiva en la Iglesia", critica los discursos que "a menudo se inspiran en una ideología machista" y dice temer "la solución del machismo con faldas, porque la mujer tiene una estructura diferente del varón".

Acompañar y no condenar a los homosexuales

Por otro lado, el papa también declara que es necesario que la Iglesia acompañe a las personas con misericordia independientemente de su condición, pero al mismo tiempo, invita a no hablar tanto del aborto, el matrimonio homosexual o el uso de anticonceptivos.

"No podemos seguir insistiendo solo en cuestiones referentes al aborto, al matrimonio homosexual o al uso de anticonceptivos. Es imposible. Yo he hablado mucho de estas cuestiones y he recibido reproches por ello. Pero si se habla de estas cosas hay que hacerlo en un contexto. Por lo demás, ya conocemos la opinión de la Iglesia y yo soy hijo de la Iglesia, pero no es necesario estar hablando de estas cosas sin cesar", apunta.

Además, apunta que "urge" que los sacerdotes "curen" con su predicación "todo tipo de herida y cualquier enfermedad" en lugar de dejarse envolver en pequeñas cosas, en pequeños preceptos. Así, recuerda que en Buenos Aires recibía cartas de personas homosexuales, "verdaderos heridos sociales" que le decían que "sienten que la Iglesia siempre les ha condenado" cuando, según explica Francisco, "la Iglesia no quiere hacer eso".

"Una vez una persona, para provocarme, me preguntó si yo aprobaba la homosexualidad. Yo entonces le respondí con otra pregunta: 'Dime, Dios, cuando mira a una persona homosexual, ¿Aprueba su existencia con afecto o la rechaza y la condena?'. Hay que tener siempre en cuenta a la persona. Es nuestro deber acompañarlas a partir de su condición", remarca, al tiempo que añade que el confesionario "no es una sala de tortura".

En cualquier caso, el pontífice defiende que la religión tiene derecho de expresar sus propias opiniones al servicio de las personas, pero que, como Dios en la creación ha hecho libres a los hombres, "no es posible una injerencia espiritual en la vida personal".

Ante esta situación, Francisco ve necesario que el anuncio misionero se concentre en "lo esencial", que sea más sencillo, profundo e "irradiante" para encontrar "un nuevo equilibrio" pues "de otra manera el edificio moral de la Iglesia corre peligro de caer como un castillo de naipes, de perder la frescura y el perfume del Evangelio".

Una reforma sin prisas

El papa Francisco considera que las reformas organizativas y estructurales son "secundarias", es decir, que deben llegar tras la reforma de "las actitudes" porque, a su juicio, "el pueblo de Dios necesita pastores y no funcionarios clérigos de despacho".

En cuanto a su modo de gobernar, el papa asegura que utiliza el discernimiento para tomar decisiones, incluso aquellas que afectan a su vida más cotidiana, como el usar un coche modesto. "Son muchos, por poner un ejemplo, los que creen que los cambios y las reformas pueden llegar en un tiempo breve. Yo soy de la opinión de que se necesita tiempo para poner las bases de un cambio verdadero y eficaz", apunta.

Además, en este discernimiento, cree que ayuda el diálogo y las consultas, por ejemplo, en los consistorios y los sínodos que, a su parecer, hace falta que tengan una forma "menos rígida" para poder realizar consultas "reales, no formales". Concretamente, se refiere al comité de ocho cardenales que le asesorarán en el gobierno de la Iglesia y revela que su creación no fue solo fruto de su decisión sino de los cardenales.

En otros apartados más personales de la entrevista, Francisco se confiesa un apasionado de Dostoyevsky, Hölderlin, Caravaggio y Mozart, se define como un "indisciplinado nato" y revela que a veces se duerme durante la oración vespertina, su preferida. El papa también aborda el tema del Concilio Vaticano II para concretar que hay líneas de "continuidad y de discontinuidad" pero que "la dinámica de lectura del Evangelio actualizada para hoy, propia del Concilio, es absolutamente irreversible".

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