Manuel Valls, el ministro más querido por los franceses que irrita a los suyos

  • Son más quienes hacen saber que se han cansado del protagonismo mediático y de la autonomía de Valls, el político mejor valorado por los franceses.
  • Fue conocido antes de llegar al Gobierno por lanzar críticas contra baluartes de la izquierda francesa.
  • Pocos son los que se atrevían a criticarle pero parecen haberse cansado y en pocos días han brotado duras críticas hasta ahora desconocidas.
El ministro francés de Interior, Manuel Valls.
El ministro francés de Interior, Manuel Valls.
Nicolas Bouvy/ EFE
El ministro francés de Interior, Manuel Valls.

El ministro francés del Interior, Manuel Valls, encarna una paradoja en el seno del Ejecutivo socialista, donde cada vez son más quienes hacen saber que se han cansado del protagonismo mediático y de la autonomía del político mejor valorado por los franceses.

Valls, nacido en Barcelona hace 51 años, encarna el ala más conservadora del Partido Socialista (PS) y gestiona la seguridad interna de Francia con mano de hierro y una hiperactividad que, según el semanario "Le Point", recuerda a la del expresidente conservador Nicolas Sarkozy, que preparó desde Interior su ascenso al Palacio del Elíseo.

Es el político mejor valorado del Gobierno, con un 61 % de aprobación y amplio margen respecto al presidente, François Hollande, y al primer ministro, Jean-Marc Ayrault, ambos en torno al 30 % de popularidad.

Críticas

Conocido antes de llegar al Gobierno por lanzar críticas contra baluartes de la izquierda francesa, como la semana laboral de 35 horas, se le consideraba hasta ahora un contrafuerte clave de un Gobierno que ha desencantado a muchos de sus votantes en un año de mandato y crisis, como refleja que Hollande haya perdido 20 puntos de aprobación en los sondeos.

Pocos rangos socialistas se atrevían a criticar abiertamente al político que el año pasado se autodenominó "ministro del verano" y que este año ha vuelto a multiplicar sus comparecencias públicas durante las vacaciones. Sin embargo, propios y extraños parecen haberse cansado de la independencia de Valls y en pocos días han brotado duras críticas hasta ahora desconocidas para este hijo de un pintor español y de una madre suizo-italiana que se naturalizó francés a los 20 años.

El primero en abrir fuego fue el líder del Partido de Izquierda, Jean-Luc Mélenchon, exsocialista y provocador nato que acusó a Valls de "cazar en los territorios" de la ultraderechista Marine Le Pen, tras haber declarado que las propuestas de un estudio que recomienda la prohibición del velo musulmán en las universidades son "dignas de interés". Inmediatamente después, "Le Monde" sacó a la luz una polémica con la ministra de Justicia, Christiane Taubira, artífice de ley que aprobó el matrimonio homosexual en Francia, a propósito de la inminente reforma penal.

A finales del pasado julio, Valls escribió una carta a Hollande comunicándole su desacuerdo "de fondo" con Taubira sobre cómo atajar la saturación de las cárceles francesas, en la que señaló que la diferencia entre sus análisis son "demasiado importantes y requieren una clarificación" de las orientaciones políticas del Gobierno.

Después de que Taubira recordara públicamente que la reforma penal le compete a Justicia y no a Interior, el Gobierno salió al paso por boca del primer ministro, argumentando que "no es anormal" que se produzcan desacuerdos y debatesen el seno del Ejecutivo.

Rivales

Con la rivalidad entre ambos ministros aún caliente, Valls aprovechó la vuelta al trabajo del Ejecutivo tras las vacaciones para sostener en privado y reiterar después en los micrófonos de "BFM TV" que convendría revisar la política francesa de inmigración, dado el importante crecimiento demográfico del norte de África. "Está claro que esa salida conforta a todos los que le consideran demasiado de derechas" o "fue un jarro de agua fría", comentaron a "Le Parisien" varios ministros.

Después, algunos de sus colegas —como la ministra de Sanidad, Marisol Touraine, la ecologista y titular de Vivienda, Cécile Duflot, o el portavoz del Partido Socialista, David Assouline— se distanciaron públicamente del discurso de Valls. Y el jefe del Ejecutivo intervino silenciando a Valls con un golpe de comunicación retransmitido en directo por las televisiones, según la lectura de "BFM TV".

El ministro del Interior programó un viaje relámpago a la ciudad portuaria de Marsella tras un nuevo arreglo de cuentas con víctima mortal, el decimotercero del año. Ayrault decidió de súbito unirse al viaje, tomar las riendas e invitar a otros cuatro ministros, de forma que el protagonismo de Valls quedó diluido entre sus homólogos, resumió el digital "Huffingtonpost".

El último en pronunciarse sobre las salidas de tono del exdiputado y exalcalde de Évry ha sido el primer secretario del PS, Harlem Désir, quien ha recordado en una entrevista en "Le Monde" que "el narcisismo no es compatible con el socialismo".

Desde varios medios de comunicación franceses, como el canal internacional "France 24", se preguntan si Valls no se ha convertido en "el hombre a abatir", tanto para la derecha como para la izquierda. Un reciente sondeo publicado por "Le Journal du Dimanche" muestra que el 47 % de sus conciudadanos considera que sería un buen primer ministro, mientras que Valls no desvela sus ambiciones políticas futuras.

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