Un policía vio el asesinato del vigilante de la pista de hielo de Alcalá y no actuó, según la viuda de la víctima

  • Ioan Grancea fue asesinado en la mañana de ayer por 10 individuos.
  • Le asestaron dos puñaladas en el tórax por no dejarles entrar en la pista.
  • La viuda, , que estaba allí, pide justicia y dice que el policía que lo vio no hizo nada.

La viuda de Ioan Grancea, el portero de la pista de hielo de Alcalá de Henares (Madrid) que murió ayer desangrado tras recibir dos puñaladas en el tórax, denunció hoy que un policía local vio la agresión desde la puerta del Ayuntamiento pero no intervino a pesar de sus gritos.

Había un policía enfrente nuestro que miraba y no se ha acercado

Bianca Grancea, con la que hoy se entrevistó el alcalde de Alcalá de Henares, Bartolomé González, relató que cuando se produjo la agresión, en el interior de la carpa donde se ubica la taquilla y se guardan los patines, gritó "muy fuerte pidiendo socorro; mientras que se peleaban y le pegaban no ha venido nadie en ayuda, aunque había un policía enfrente nuestro que miraba y no se ha acercado".

Sobre este extremo, el alcalde sólo aclaró que en la puerta del Ayuntamiento se encontraba un policía local que "se puso en contacto con sus compañeros, pero eso -afirmó- también forma parte de la investigación".

Tres semanas en España

Ioan Grancea cuidaba de las instalaciones de la pista de hielo, en plena plaza de Cervantes, cuando un grupo de jóvenes "llegaron con algo en las manos para matarlo", dijo su mujer, que en ese momento se encontraba acompañándolo "porque no quería que esa noche se quedara sólo".

La pareja y su esposo llevaban tres semanas viviendo en España, a donde viajaron desde la ciudad rumana de Sibiu buscando una vida mejor y alentados por sus familiares que ya residían y trabajaban en Alcalá de Henares.

El asesinado, que no era vigilante jurado, se ocupaba de vigilar las instalaciones de la pista de hielo desde el pasado día 22 de diciembre, de 21.30 a 9.30 horas de la mañana, por 60 euros por noche.

Como testigo directo de los hechos, la viuda explicó que "primero vinieron tres que querían patinar y mi marido les dijo que estaba cerrado y que volvieran más tarde, cuando se abriera; le hablaron muy mal y se fueron tranquilos, pero a los diez minutos vinieron muchos más, todos chicos, menos una chica".

Ninguno de los dos se dio cuenta entonces de la gravedad de la herida hasta que "se cayó varias veces y entonces lo toqué y se estaba desangrando".

La viuda pidió que "muy rápido se busque a los criminales para que esto no quede así; nosotros somos rumanos, sin papeles, somos pobres, pero honrados".

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