El libro Things Come Apart (Las cosas se desmontan) tiene un subtítulo explícito: Manual de derribo para la vida moderna. Es un ensayo fotográfico sobre cincuenta objetos de uso cotidiano a los que el canadiense Todd McLellan ha sometido a una especie de ingeniería en marcha atrás hasta desarmarlos en cada uno de sus 21.959 componentes.
La obra, que acaba de publicar Thames & Hudson, pretende mostrar mediante fotografías cómo la tecnología ha reducido el tamaño de los objetos de uso cotidiano pero también de qué drástica manera los ha convertido en instrumentos de alta complejidad. La comparación entre la simpleza mecánica de una máquina de coser o una carretilla y las tripas infinitas de un ordenador McBook o un smarthpone Blackberry dan fe de la verdad de la hipótesis.
Tecnologías de bajo y alto nivel
La contraposición de la ingeniera retro y tangible de la low-tech (tecnología de bajo nivel, siempre según el paradigma actual) y la sofisticación casi microscópica de la high-tech sirve al fotógrafo para llevar a cabo un proyecto que tiene algo del ansia infantil por desarmar para luego volver a armar y también lleva a comprobar la manera en que han cambiado los útiles materiales con los que convivimos.
Especializado en fotografía comercial —para fabricantes de automóviles, por ejemplo—, McLlean se armó de paciencia, destornilladores y alicates, para desmembrar el medio centenar de objetos que aparecen en el libro. El reto, como se puede apreciar en el vídeo sobre el proyecto, no admitía medias tintas: cada uno de los componentes debía terminar separado y suelto por muy intrincada que fuese su conexión, soldado, pegado o atornillado con los demás.
Piezas desparramadas en el vacío
Una vez desarmado por completo el objeto, el fotógrafo retrató bodegones con todas las piezas y, gracias a técnicas de súper cámara lenta, hizo fotos de una supuesta explosión en el aire de cada uno, desparramando sus piezas en el vacío en un momento congelado en el tiempo.
Los editores señalan que Things Come Apart —un libro fundamentalmente gráfico de 175 imágenes— permite la "visibilidad del funcionamiento interno de algunos de los diseños más familiares", lleva al lector a "reconectar con la alegría infantil de desarmar algo para saber cómo trabaja" y satisfará a todos los que sientan "curiosidad por el mundo material".
McLellan ha sometido a sus manejos de ingenería reversible a objetos de todo calibre: una navaja suiza multiusos, una bicicleta, un horno microondas, un acordeón, una brújula, un teléfono predigital, un extintor, una máquinas de escribir, un reloj de sobremesa, una sierra mecánica, un patinete, una tostadora, un teclado, una cámara digital de fotos, otra de vídeo, un GPS, un lector de mp3...
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