Emergentes: Guillermo Roz

El escritor argentino Guillermo Roz posa en su casa con una pila de libros en formato tradicional y uno eléctronico en la mano.
El escritor argentino Guillermo Roz posa en su casa con una pila de libros en formato tradicional y uno eléctronico en la mano.
JORGE PARÍS
El escritor argentino Guillermo Roz posa en su casa con una pila de libros en formato tradicional y uno eléctronico en la mano.

Puede un escritor no tener género? Por supuesto. Es el caso del bonaerense afincado en Madrid Guillermo Roz. Por eso es difícil contestar con pocas palabras a la pregunta: "¿De qué van sus libros?". En ellos (cinco publicados en cuatro volúmenes "y entre siete y doce en preparación")  siempre procura sorprender al lector oscilando entre la risa y el llanto, lo blanco y lo negro, lo lento y lo vertiginoso. Igual que con su discurso.

Su forma de escribir necesita "auténtica libertad": "Lo de los géneros se lo dejo a la gente que lo sabe hacer. Yo no me pongo a escribir en plan novela histórica, negra o romántica".

Su novela 'Les ruego que me odien' ha sido la ganadora del I Premio de Narrativa Francisco Ayala, el primero y único en formato digital en España, y fue seleccionada entre un total de 635 textos originales. Es su segundo premio en un mismo año, tras convertirse en febrero de 2012 en el Premio Talento Fnac de Literatura con 'Tendríamos que haber venido solos'.

Les ruego que me odien ha sido editada únicamente  en formato digital. ¿Libros digitales o en papel? "Es una discusión estéril", cuenta encendiéndose un tanto, "los que dicen que solo leen en papel son unos mentirosos, seguro que están leyendo prensa on line. Y además pecan de ignorancia. A la tercera página en un e-book olvidas dónde estás leyendo. Lees un texto, no un soporte. Esto va muy rápido, de lo que hay que hablar es de literatura".

Uno no es de donde nace, sino de donde pace, dice un viejo refrán. No siempre es cierto. No del todo. Guillermo Roz, de trato suave e inteligente ("más joven de lo que parezco"), lleva más de una década en España, tiene mujer española y vástago español y su carrera literaria se está desarrollando aquí, pero Argentina no se cae de su discurso ni de su acento. "Una de mis ilusiones más grandes es estar presente allí", confiesa

Creció en un Buenos Aires periférico: "Nací en Avellaneda, en una familia bastante pobretona, con un piso tan pequeño que mi madre siempre contaba que si venía un invitado tenía que sacar la nevera al balconcito". El traslado a los 12 o 13 años a un barrio de ciudad supuso su dedicación a las letras: "Al perder aquel paraíso por el que corría libre me hice amigo de los libros, en vez de los niños de mi nuevo barrio".

Y antes de los libros, fue el fútbol. No es de extrañar, su padre fue árbitro y llegó a pitar a un Maradona adolescente. Quién sabe si, de no haber tenido lugar esa mudanza, ahora tendríamos un futbolista jubilado entre manos en lugar de un escritor emergente. "No era malo", asegura cuando se le pregunta qué tal jugaba.

Cuando llegó a España en 2002, con una licenciatura de profesor en letras equivalente a Filología Hispánica ("Yo no quería estudiar a los escritores, sino que me estudiaran a mí") quiso escribir en una revista. "No hay problema, me dijeron, pero tienes que vender la página". Así comenzó su carrera como comercial, vendiendo publicidad en medios hasta hace muy poco. "En la cultura de la que yo vengo todos hacemos de todo". Y por eso sigue moviéndose todo lo posible para que sus libros se conozcan: "Quiero vivir de mi escritura, no se me cae ningún anillo".

Pero que no parezca que tuvo un trasplante sencillo. "Ahora estoy en el principio del recorrido de un sueño, pero antes de eso hice todas las colas de Extranjería y estuve tres años ilegal".

Lamentablemente, aún no vive de la escritura, aún está pendiente de recoger el importe del Premio Francisco de Ayala y de cobrar las regalías de las anteriores, pero ya ha dado el paso de dedicar todo su tiempo a escribir en busca del milagro de "formar parte de un club selectísimo".

Nada impersonal

  • Fútbol. "Lo que más le agradezco a España es que exista el Barça", cuenta entre bromas y de veras. En Argentina era forofo del Racing de Avellaneda. Una unión de libros y balones que puede parecer en España como mezclar agua y aceite, pero que en Argentina es habitual: "Ahí tienes a Roberto Fontanarrosa como ejemplo".
  • Biblioteca. Antes que libros publicados tuvo un blog en el que reseñaba los de los demás que le enviaban las editoriales. Cuenta que nunca tuvo intención de hacerlo, pero fue la única forma que encontró de  volver a formar una biblioteca en España. "Fue una de mis pérdidas más grandes cuando vine de Argentina".
  • Rara avis. En su familia, ser escritor es un poco marciano. "No crecí en un entorno lector, para nada. En mi casa había tres libros y el más importante era el de recetas".
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