Si comparamos las cifras, siempre frías, de cualquier población africana con las de nuestra ciudad, los seis nuevos casos que se han registrado en los hospitales en lo que va de año parecen pecata minuta. Sin embargo, para el que lo sufre, el sida es una enfermedad igual de cruel y silenciosa aquí que allí.

El estigma del lazo rojo

Portar el virus en la sangre continúa siendo sinónimo de rechazo y, aunque en menor medida que hace algunos años, los estereotipos siguen haciendo su trabajo.

Nada tienen que ver los seis con los 52 casos del año pasado o con los 100 del 2002 y los 286 del año 1996, hace tan sólo diez años. Lo que está claro es que la información ha podido jugar en la reducción del número de casos un papel fundamental. La mayoría de los enfermos son hombres entre los 30 y 39 años que cometieron un descuido sin saber lo que se jugaban. Hoy sabemos que se pueden vivir muchos años y con calidad a pesar del sida. Pero, vale más prevenir.

No hay marcha atrás

Hoy se celebra el Día Mundial de la Lucha Contra el Sida. En todos los países se llevarán a cabo actos simbólicos, se repartirán folletos informativos, se pronunciarán conferencias y se recordarán las cifras de infectados en todo el mundo por una epidemia a la que todavía no se ha encontrado remedio. En Valladolid, los voluntarios de Cruz Roja, por ejemplo, instalarán mesas informativas bajo el lema: Con el sida, no hay marcha atrás.

 5 preguntas a...

Antonio Marcos, coordinador Cruz Roja.

1¿En qué aspectos trabajáis en estos momentos contra el sida?

Hacemos analíticas y seguimientos médicos. Tenemos un grupo de autoapoyo con psicólogos para seropositivos y ayudas domiciliarias.

2¿Cómo funcionan los últimos tratamientos?

Es una medicación complicada con muchos comprimidos, a horas diferentes y con efectos secundarios. Es un esfuerzo diario y les cuesta. Hay que estar pendientes.

3¿Ha cambiado la forma de ver la enfermedad?

Por supuesto. Antes eran poco menos que apestados de la sociedad, y hasta en sus familias. Ahora se ha ido conociendo la enfermedad y sus mecanismos de transmisión y se puede hablar casi de normalidad. El rechazo es mucho menor y son un enfermo más.

4¿Cómo se le comunica a alguien que tiene sida?

Se acompaña de información médica y psicológica. Antes el trauma era tremendo. Tenían una enfermedad mortal y sufrirían rechazo. Ahora no es tan angustioso.

5¿Hay que recomendar hacerse las pruebas?

No tiene sentido para todo el mundo. Sólo si se han tenido conductas sexuales de riesgo o se comparten jeringuillas.

Todavía cuesta encarar al VIH

Carlos. 35 años. Portador del VIH.

«Queremos hijos, pero...»

«Falta información. Cuando me presento a un trabajo y digo que tengo sida, no me llaman. Hasta mi hermano, cuando tuvo a mi sobrina, me preguntaba si había bebido de los vasos y tenía muchas reticencias. Fíjate, estuve en la cárcel, compartí jeringuillas y no lo pillé, pero cuando salí me junte con una chica y al tiempo me dijo que estaba infectada. Fui a hacerme las pruebas y me derrumbé. Recuerdo que las chicas, cuando se lo decía, me rechazaban. Ahora estoy casado, llevo años sin pincharme y queremos tener hijos, pero, claro, es un riesgo. Siempre obligo a mi pareja a usar preservativo, pero es difícil. Ella tenía miedo de hacerse las pruebas, pero la he convencido, es mejor cuanto antes. Yo ahora me siento cansado y no sé qué pasará, pero tengo amigos que se quedaron vegetales, y tengo muy claro que eso no lo quiero para mí».