Cerrar pasadas las 3.30 horas en el caso de los pubs o sobrepasar los 65 decibelios permitidos por ley han sido la perdición de estos hosteleros de la ciudad.

Otros cinco garitos han perdido momentáneamente su licencia, pero tienen la oportunidad de recuperarla y reabrir si subsanan las deficiencias. También tienen la posibilidad de cambiar de actividad y, por ejemplo, poner una tienda de ropa o una joyería, si quisiera el propietario del local.

Culpan al ‘botellón’

Sobre estas clausuras ordenadas por el Consistorio, la Federación de Hostelería ha asegurado que «demuestra que el 98% de locales cumple la ley y que el problema del ruido no es de los hosteleros, sino de actividades como el botellón».

El clímax de la lucha del Ayuntamiento contra el ruido se alcanzó el viernes pasado con la aprobación del entorno de Woody como Zona Acústicamente Saturada (ZAS) ya que, como ha expresado Vicente Igual, «prevalece el descanso de los vecinos sobre lo demás», en este caso la fiesta.

Entrará en vigor al día siguiente de publicarse en el Diari Oficial, es decir antes de Navidad, aunque desde el Consistorio ya han dejado caer la posibilidad de que se aplique después de Navidad.

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El abogado de los 10 vecinos de Juan Llorens que presentaron un recurso ante el Tribunal Supremo para declarar ZAS esta calle informó ayer a 20 minutos: «Desde el Tribunal nos han informado que en marzo se conocerá la sentencia definitiva».