Mumford & Sons y Babel, la mejor banda británica y el mejor disco del momento (según les distinguieron los Brit y los Grammy Awards 2012), han sido un poderoso reclamo para las 9.000 almas que abarrotaron este jueves la Plaza Vistalegre de Madrid en un estallido de júbilo con ropaje folk y músculo roquero.

"¡Fiesta!", gritaba en español su vocalista, Marcus Mumford, tras preguntar al público cómo se decía en español ese término que podría resumir lo que ha sido su primer concierto en la capital, si no fuera porque eso dejaría fuera otra larga lista de virtudes de su sólida puesta en escena. Y eso que, a pesar del jolgorio, la expectación por ver a este cuarteto británico estuvo a punto de deslucirse por una organización un tanto caótica, que impedía por "razones de seguridad" que el público accediera a una pista medio vacía a pocos minutos del comienzo del show.

Ante este panorama, los más impacientes buscaron asiento desesperadamente en un graderío a reventar, dejando una anómala distribución en la plaza y a mucha gente que ya estaba dentro sin la posibilidad de salir para acceder a los baños. Mientras proseguía la indignación entre quienes insistían en pasar a las puertas de la pista, dentro empezaba la fiesta con puntualidad británica, con un arranque tan alto como la mítica torre que da título al primer corte de la noche y a su segundo disco, Babel.

Con el segundo corte, el vitalista single I will wait, Vistalegre alcanzó ya las cotas de desparrame, impulsado por la fuerza de ocho músicos (los cuatro integrantes de la banda y otros cuatro de apoyo) y el empuje de un público entregado que saltaba, cantaba y aplaudía. Sonó entonces Whispers in the dark, otra potente canción de su segundo disco durante la que por fin se abrieron las puertas de la pista para dar entrada a los que aguardaban fuera.

En la algarabía de la gente se reflejaban las ganas de disfrutar de un grupo que, en apenas seis años y con dos discos en el mercado, han encandilado a medio mundo, de EE UU a Reino Unido, con sonidos enraizados en la tradición irlandesa que conjugan poderío rock e instrumentación folk.

El conjunto clásico brillaba con la adición de las trompetas, el trombón, un violín, un contrabajo, una mandolina, un acordeón y el banjo, amén de una energía especial en la ejecución, la rotunda voz de Marcus Mumford imponiéndose a la resbaladiza acústica de Vistalegre y una gran capacidad para empatizar con el público, lamentando por ejemplo no haber pasado antes por Madrid.

Temas de Sigh no more (que ya fue disco del año en 2011 para los británicos) y Babel se alternaron a partes iguales en una velada de hora y media, en general muy vigorosa gracias a cortes como Little Lion Man, el que fuera primer single de su corta historia, y Lovers of the light, con Marcus a la batería en ese consabido intercambio de instrumentos al que acostumbran.

Las manos escocidas por tanta palmada descansaron apenas unos instantes con el intimismo de Ghosts that we knew y las atmósferas evocadoras de Thistle & Weeds, una cabalgata de valquirias grandilocuente y amenazante en su desarrollo, con un sorprendente juego de luces que también ha conquistado a los madrileños. Antes del final, los londinenses recuperaron el pulso con temas como Roll Away Your Stone y Dust Bowl Dance.

Fue el paso previo a unos bises sorprendentes, en los que sonaron Winter Winds, una versión inédita junto a las teloneras Deap Vally del clásico de Marvin Gaye Baby, Don't You Do It (que también interpretaron The Band y The Who) y el clásico remate con The Cave a una noche para los anales sonoros de la ciudad.