Hasta ahora, el Banco Mundial se había concentrado en ayudar a resolver los problemas de las mujeres en los países pobres, pero María Correia, co-autora junto con el macroeconomista Ian Bannon del libro "La otra mitad del género", dice que es necesario prestar más atención a los hombres.
"Siempre ha existido la percepción de que la sociedad beneficia al hombre, pero lo que vemos ahora es que también le perjudica", dijo Correia.
La escritora insiste en que el ayudar a los hombres a lidiar con los desafíos propios de su género contribuirá a resolver los problemas sociales más crónicos en el mundo en desarrollo, como el crimen urbano, la pandemia de sida y los patrones dominantes de guerra y conflictos.
En su libro, "The Other Half of Gender" (La otra mitad del género), Correia y Bannon sostienen que la globalización, los cambios económicos y la pobreza han erosionado el rol tradicional de los hombres como proveedores de sustento económico y los han llevado a afirmar su masculinidad en formas destructivas.
La prueba: el genocidio en Ruanda
La experta de origen canadiense pone como ejemplo el caso del genocidio en Ruanda, en el que murieron alrededor de un millón de tutsis y hutus moderados a manos de milicias extremistas hutus en un periodo de 100 días entre abril y julio de 1994.
"El acceso a la tierra en las áreas rurales de Ruanda era muy escaso antes de la masacre y la pobreza enorme", señala la autora del libro publicado esta semana y en el que apunta que la mayoría de los hombres de esas comunidades "estaban atrapados en un círculo sin salida, ya que para casarse necesitaban tierras".
Eso permitió, según la empleada del Banco Mundial, que los instigadores del genocidio encontrasen el caldo de cultivo perfecto entre los habitantes hutus de esas zonas rurales para perpetrar las atrocidades que llevaron a cabo.
Correia destaca que la sociedad dicta que el hombre debe de ser "fuerte, independiente económicamente y jefe de familia".
"Imagínate la crisis de identidad que tienen en países destruidos o en economías pobres que no generan empleos", insiste la autora.
Esa incapacidad para encontrar una forma de vida digna afecta la autoestima masculina y puede llevar a los hombres a recurrir a la violencia contra mujeres y niños, advierte el libro.
Solución: atajar el problema
Los autores del libro dicen que solucionar el problema es complicado, ya que hay muchas variables en juego, pero insiste en que el primer paso es reconocer que el problema existe.
La educación juega también un papel clave, al ser esa la vía para socializar a niños y niñas, apunta Correia, quien dice que cambiar la imagen existente sobre el rol del hombre llevará tiempo.
El impulsar cambios que permitan al hombre sobrellevar mejor la carga de la masculinidad no será fácil, dice el libro, sobre todo en los países en desarrollo, donde existen una normas muy rígidas de conducta social.
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