Las joyas de nuestros parques

La laurisilva conforma un paisaje inquietante en el Parque Nacional de Garajonay.
La laurisilva conforma un paisaje inquietante en el Parque Nacional de Garajonay.
TURISMO DE CANARIAS
La laurisilva conforma un paisaje inquietante en el Parque Nacional de Garajonay.

El mundo natural es travieso, juguetón y muy misterioso. Tan pronto nos azota con crudeza meteorológica como nos regala pequeñas maravillas para los sentidos.  El planeta está lleno de rincones inolvidables, pero la geografía ibérica es un buen lugar por el que empezar a perderse en busca de pequeños tesoros.

Hacer una selección de estas joyas naturales dejando decenas en el tintero es harto complicado; algunas son en apariencia poco significativas, pero todas las que aquí se presentan son exclusivas, importantes para el mantenimiento de la biodiversidad y además son dignas de ver, pero, sobre todo, de conservar.

1.- Bosque de laurisilva, en el Parque Nacional de Garajonay. Casi parece mágico: en la isla de La Gomera, se encuentra el bosque del Cedro, una amplia reserva de laurisilva, tesoro vegetal macronésico que ha dado lugar a un fantasmal bosque envuelto casi perennemente en densa niebla, acompañado de musgos, líquenes, helechos, árboles de tronco difícilmente retorcido y un riachuelo, el Chorro, por el que corre agua durante todo el año, algo poco usual en Canarias. Precisamente, esta característica evitó que el bosque sufriera los efectos del fuergo que afectó al Parque este último verano. Pasear por sus pistas forestales es una delicia sacada casi de un cuento de hadas.

2.- La avutarda, en las Lagunas de Villafáfila. La Reserva Natural de las Lagunas de Villafáfila, ubicada en la Tierra de Campos, alberga en sus 32.682 ha una de las poblaciones de avutarda más numerosa del mundo. Quizás en ello influya el intenso cultivo de alfalfa que se realiza en la zona, sustento predilecto de esta ave voladora que puede alcanzar los 18 kg de peso. Además, en esta estepa cerealista está presente el 50% de todas las aves acuáticas que hay censadas en Castilla y León, convirtiendo el lugar en un perfecto destino de turismo ornitológico.

3.- Salto del Nervión, en el Monumento Natural Monte Santiago. La cascada más alta de España la protagonizan las aguas del río Nervión a su paso por el Monumento Natural Monte Santiago, en el límite entre Álava y Burgos. Espectáculo digno de ver mejor tras unas buenas lluvias torrenciales, tiene unos 270 metros de caída libre en forma de cola de caballo que pueden verse desde el mirador del Nervión, en el puerto de Orduña, situado al borde de un acantilado de vértigo.

4.- Cabra montés, en el Parque Regional de la sierra de Gredos. La cabra montés de Gredos danza ágilmente entre riscos montañosos a los que el hombre no imaginaría llegar con tamaña destreza, y su pronunciada y retorcida cornamenta infunde bastante respeto cuando uno de los 9.000 ejemplares que pueblan la zona se te acerca en busca de alimento. Se trata de una subespecie endémica de la sierra de Gredos y Las Batuecas que se diferencia de otras subespecies similares presentes en Pirineos y el litoral mediterráneo por su pelaje y la forma de sus cuernos. Es el símbolo más natural de Gredos, que estuvo al borde de la extinción a comienzos del siglo xx. Conviene llegar hasta el Pico de la Mira o las Lagunas de Gredos para contemplarlas.

5.- Playa de las Catedrales,  en la parroquia de A Devesa, en el municipio de Ribadeo (Lugo). El Monumento Natural de la playa de Las Catedrales o Praia de Augas Santas recibe su nombre de las formaciones rocosas que durante siglos han sido talladas por el mar cantábrico a golpe de oleaje y que bien recuerdan a los arbotantes de una catedral gótica. Declarada Monumento Natural por la Xunta de Galicia, esta joya paisajística descubre a quienes se adentran en ella caprichosos arcos de roca que sitúan al curioso visitante en un mar de pasadizos, grutas y farallones. Lo más significativo del lugar es que éste solo puede verse y ser transitado durante la bajamar, ya que la pleamar oculta bajo el agua sus encantos. Es por ello que la disponibilidad de horario para visitarlo es bastante reducida y hay que prestar atención a las horas de subida y bajada del mar en cada época del año.

6.- El árbol más grande de España, en Viveiro, Lugo. Le llaman O Avo (el abuelo, en gallego) de Chavín, y es sin duda uno de los vecinos más longevos del concejo de Viveiro. Se trata de un eucalipto de más de 67 metros de altura, 2,5 metros de diámetro y unos 75 metros cúbicos de madera; tiene más de 120 años de edad, y está plantado en el eucaliptal Soto da Retorta, un monumento natural compuesto por unos 600 ejemplares de este árbol que a finales del siglo xix sirvió para drenar los terrenos de la zona. Para abrazar sus 10,5 metros de perímetro son necesarias varias personas con los brazos extendidos, y al permanecer a su lado se hace patente la inmensidad de la naturaleza.

7.- Caldera de Taburiente, en el Parque Nacional de la Caldera de Taburiente. Casi 2.000 metros de desnivel hacen de la depresión de la Caldera de Taburiente (La Palma) una de las mayores del mundo. Posee 28 kilómetros de abruptas cumbres dispuestas en forma de herradura de ocho kilómetros de diámetro y da nombre a uno de los parques nacionales más antiguos de España (1954). Verla poblada de niebla ya es un espectáculo en sí misma, y el endémico pino canario de la zona o la violeta –en peligro de extinción– son también destacados atractivos.

8.- Paisaje cárstico, en el Paraje Natural del Torcal de Antequera. Constituye uno de los mejores ejemplos de paisaje cárstico de Europa, y en 1989 fue declarado Paraje Natural. Ocupa una extensión de unas 1.100 hectáreas, y para hallar su origen hay que retroceder unos 200 millones de años en el tiempo, época en que la zona, aún sumergida, comenzó a acumular caparazones, conchas y esqueletos de la fauna marina que poblaba el medio. Posteriormente, los diferentes procesos geológicos han hecho emerger esta inmensa acumulación de sedimentos que el viento y el agua se han encargado de erosionar a su antojo, ofreciendo sinuosas simas y pequeñas cuevas que ningún aficionado a la geología más caprichosa debería dejar de ver.

9.- Cuevas del Drach, en Mallorca. Situadas en Porto Cristo, en el término municipal de Manacor, las cuevas del Drach (cuatro, comunicadas entre sí) poseen uno de los lagos subterráneos más grandes del mundo. Con salida al mar Mediterráneo –algo que explicaría su agua salada–, el lago posee 177 metros de largo por 30 de ancho. Las cuevas tienen casi dos kilómetros y medio de longitud, alcanzan una profundidad máxima bajo la superficie de 25 metros y su principal reclamo reside en las miles de estalagmitas y estalactitas que salpican los suelos y techos, que están iluminadas con sumo cuidado.

10.- Buitre negro, en la Reserva Natural del Valle de Iruelas. Declarado Zona de Especial Protección para las Aves en 1991 y Reserva Natural, el Valle de Iruelas es privilegiado por albergar la colonia de buitre negro más numerosa de toda Castilla y León y una de las más importantes del país y de Europa. Este ave rapaz, que se encuentra en situación vulnerable de supervivencia, cuenta con unas 100 parejas de su especie en estas poco más de 8.000 ha. Un buen lugar para intentar avistarlo, y para obtener una bonita panorámica de este singular valle, es el Cerro de la Escusa, situado en la parte más elevada de todo el Valle de Iruelas, a 1.950 metros de altitud.

11.- Cueva de los Verdes, en la Reserva de la Biosfera de Lanzarote. Uno de los túneles volcánicos más largos del mundo serpentea al norte de las tierras lanzaroteñas, en el Monumento Natural del Malpaís de la Corona. Su origen se debe a una erupción del volcán de la Corona ocurrida hace al menos 3.000 años, hecho que propició la creación de un sistema de túneles subterráneos creados por la solidificación de la lava enfriada al tomar contacto con el aire; miden algo más de 6 kilómetros de longitud y nacen en el cono del volcán para ir a morir al mar, en el que se adentran un kilómetro. De tanto en tanto, 16 jameos o aberturas en los túneles permiten acceder a pequeñas grutas de color rojizo u ocre en las que pueden celebrarse, incluso, pequeños conciertos. Una bonita manera de viajar a las entrañas de la Tierra.

El Teide, el parque más visitado durante 2011

A diferencia de otros espacios naturales protegidos, los parques nacionales, que gozan de la máxima protección legal, están delimitados por diferentes zonas: de reserva, a las que se puede acceder con autorización y sólo por motivos científicos; de uso restringido, con acceso público regulado; de uso moderado, a las que se puede acceder con vehículo; y de uso especial y de asentamientos tradicionales, en las que se encuentran las construcciones de la administración del parque, en las primeras, y los núcleos de población que pudiera haber dentro del territorio protegido, en las segundas. El más visitado entre los 14 de la Red de Parques Nacionales en 2011 fue el del Teide, con 2.731.484 visitantes. Le siguieron, de lejos, Picos de Europa, Timanfaya y Garajonay.

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