Tras el suceso, nadie quiere hablar. En la zona hay una ley: «Si ves a los niñatos molestar o gamberrear, ni los mires», dice otro vecino. Si lo haces, «vendrán 20 y será peor».
Armesto recriminó a unos chavales que tiraban naranjas a sus ventanas y eso le costó la vida. «Tiran naranjas, litronas y basuras. A los niñatos los tienes que respetar más que a Franco», dice un comerciante. La droga, los tirones y los actos vandálicos tienen atemorizados al barrio. Los puntos calientes están en las canchas y en la plaza de la iglesia de la Blanca Paloma.
Más que violencia
José Chamizo, Defensor del Pueblo de Andalucía, cree que «no es sólo un problema de violencia, sino algo mucho más complejo. Hay que analizar qué está pasando en la vida personal de la gente, en su vida familiar y de barriada. Nuestras calles son lugares de conflicto, por lo que hay que recuperar el trabajo social en ellas. Algo está ocurriendo cuando por una simple discusión alguien está dispuesto a matar a otro».
El concejal de Gobernación, Francisco Fernández, expresó su deseo de que «la justicia caiga sobre los culpables. No tengo muchos datos, pero felicito a la Policía por lograr detener a las personas acusadas de una reyerta tan desproporcionada».
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