Sí, pero no mucho.
¿No se le han volado nunca los globos?
Pues va a ser que sí. Piensas que ya los has atado, abres la mano y adiós... se te queda una cara de bobo.
Y la gente le mira, claro...
Y yo me empiezo a poner colorado, colorado.
¿Cuánto lleva en esto?
Toda la vida. Mis padres también son vendedores ambulantes.
Hace usted feliz a muchos niños...
Sí, pero no se crea, a algunos les da miedo y se echan a llorar.
Y otros me imagino lloran porque se les escapa...
No pasa nada, yo les doy otro.
¿Han cambiado mucho los globos?
Hombre, yo he conocido los de pajarita, que costaban cinco duros.
¿Y ahora?
Cinco euros.
¿Se venden bien?
Aquí sí. Valladolid es el sitio de España donde mejor se venden. Le sigue Vitoria, pero muy de lejos.
¿Es duro estar en la calle?
Bueno, pero ya estamos acostumbrados. Lo peor es que yo tengo que pagar por poder vender en este sitio y hay otros que lo hacen por el morro. Encima se pasan por aquí como si nada.
¿Hacia dónde se va el domingo?
Para mi casa, Albacete, pero volveré.
Bio. Tiene 28 años, está casado y tiene dos hijos. Uno ya ni hace caso a los globos, pero el otro todos los días suelta diez.
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