Suele dar titulares. Mostrarse encantador. Y hacer buenos trabajos, como el de En fuera de juego, donde encarna a un representante de futbolistas.

¿Por qué está En fuera de juego?

Porque había trabajado con Diego Peretti, el otro protagonista, y quería repetir. Habría aceptado sin leer el guión, pero encima me gusta la película. No hay que buscarle trascendencia: es cine para pasarlo bien, algo que no viene mal.

¿Se ve mejor en cada película?

Me veo más maduro: esta es una carrera de fondo y se trata, siempre, de crecer y aprender. Intento rodearme de gente que me enseñe, como Peretti: es intuitivo, creativo, y esas cosas se aprenden.

Entonces, el actor se hace.

Actuar es intuición y creatividad, pero la escuela no viene mal. A mí me quitó complejos y defectos, pero donde más aprendí fue trabajando. Para Alberto San Juan soy un actor de intuición, pero José Luis López Vázquez me dijo que éramos "actores de hambre".

¿Por qué se hizo actor?

Con 14 años mi padre me preguntó si quería estudiar o trabajar: cuando le dije que yo quería ser actor, me puso a currar directamente con él. Así que me saqué el Bachillerato por las noches, para hacer Arte Dramático, aunque todos me desanimaban: que si no tenía enchufe, que si era muy feo... Pero yo lo tenía claro, y con 27 años me vine a Madrid a ser actor. Hubo gente que me dejó de hablar, porque les parecía un suicidio, pero siempre intuí que viviría de esto. Sabía que pocos lo consiguen, pero también sabía que yo sería uno de ellos.

¿Por qué, precisamente, usted?

Por suerte, pero también por constancia, lucha y, sobre todo, por un enorme deseo. Poner toda tu energía en lo que quieres es fundamental. Eso, y paciencia: funciones sin cobrar, sacrificio... No me importaba, porque me iba la vida en ello.

En sus últimas películas se plantea una pregunta: ¿se puede triunfar sin ser mala persona?

Creo que no, y es una putada... Para mí, el que tiene dinero y poder suele ser un cabrón. Ser un hijo de puta está siempre unido con el poder. Por eso siempre ganan los poderosos, los malos... Prefiero al perdedor, al superviviente, al que lucha por sus sueños.

¿Cómo combatir al poder?

No bajando la guardia y con espíritu de lucha. Si nos movimos al ganar el Mundial..., ¡cómo no hacerlo para que dejen de pisotearnos, de robarnos con impunidad! Lo que pasa es lamentable.

En fuera de juego se habla de fútbol, ¿es usted futbolero?

Me gusta, pero no comparto el fanatismo, la pasión, la violencia... No entiendo que te dé un infarto por un gol. ¡Yo rozo el infarto cada vez que abro los periódicos y leo lo de Bankia!