Padres de verano para un niño saharaui

Las claves:
  • Sahalej Bebe, de siete años, ha cambiado el desierto por Hoyo de Manzanares.
  • Dos meses de vacaciones en el primer mundo.
Sahalej sonríe entre sus padres de acogida, Silvia y Néstor, el viernes, en Hoyo de Manzanares(Sergio González).
Sahalej sonríe entre sus padres de acogida, Silvia y Néstor, el viernes, en Hoyo de Manzanares(Sergio González).
Sergio González
Sahalej sonríe entre sus padres de acogida, Silvia y Néstor, el viernes, en Hoyo de Manzanares(Sergio González).

Cuando Sahalej llegó a Madrid traía en una mano un trapito con el olor de su madre. Moreno, delgaducho y de ojos calientes, este niño saharaui de siete años superó la morriña del desierto gracias a "la piscina, el ketchup y la nocilla", las tres cosas que más le gustan de sus veranos en España.

Adora el agua

Tras chapotear un rato, corre en bañador por el jardín, perseguido por Pitu, la yorkshire de sus padres de acogida, Silvia Mazza y Néstor Giménez, una pareja de argentinos residentes en Hoyo de Manzanares.

"Aprendió a nadar en una semana, le gusta tanto que incluso se baña de noche", dicen, sorprendidos de lo rápido que se adapta el niño.

Sólo tuvo dos días de nostalgia, al principio, en los que soltó alguna lagrimita. Llegó a primeros de julio y se irá el 24 de agosto.

Dos meses lejos de sus tres hermanos y sus padres, una enfermera y un mecánico, a los que recuerda en sus dibujos. "Echo de menos mi casa, la arena, las cabras, los camellos y las ovejas. Lo único que no me gusta del Sahara son los niños malos", dice mientras cambia de canales con el mando de la tele.

Quien prueba, repite

Aprendió a nadar en una semana, le gusta tanto que incluso se baña de noche
Silvia trabaja como cajera en un supermercado y
Néstor pinta retablos para la iglesia del pueblo. Ambos tienen claro que quieren repetir la experiencia.

"Acogimos a este niño porque tuvo una mala experiencia con la familia que le tocó el año pasado", explican. "Sí, me pegaron una vez y no me dejaban comer sandía", añade Sahalej.

La pareja, que no tiene hijos en común, se pregunta si esta experiencia jugará a favor o en contra del niño. "Es como si te muestran un dulce y luego no te lo dejan comer", asegura Néstor, que quiere recorrer en coche el Sahara en noviembre.

La despedida será dura. "Lo pasaremos mal, además el crío quiere llevarse en su mochila a Pitu, porque duerme con ella todas las noches", afirma Silvia. Decimos adiós y dejamos a Sahalej disfrutando del verano madrileño y soñando con ser de mayor piloto de avión.

407 acogidos en la región

Sólo 407 de los 10.000 niños del Sahara acogidos este verano por españoles vivirán con familias madrileñas, según fuentes de la Asociación de Amigos del Pueblo Saharaui de la región.

En el programa Vacaciones en paz participan niños de 5 a 12 años que, durante los meses de julio y agosto, conviven con sus padres de acogida.

Los menores son sometidos a un examen médico y, si lo precisan, reciben tratamiento.

Las familias candidatas son seleccionadas tras dos entrevistas y es habitual que los pequeños repitan en la misma casa verano tras verano. Los padres de acogida los visitan al Sahara en Navidad o Semana Santa.

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