Según cuenta su abogado y miembro de la Asociación Juristas contra el Ruido, Raúl Burgos, «el aire acondicionado del restaurante estaba anclado al techo, es decir, al suelo de la pareja; se oía el arrastre de sillas y, desde el dormitorio del matrimonio, se oía a la gente en el baño».

Funcionaba sin permiso

El Ayuntamiento ordenó hasta ocho inspecciones. En todas, pedía al local que mejorara su insonorización, pero «se permitió el ejercicio de una actividad sin licencia, con pleno conocimiento de la Administración, que no adoptó la única medida eficaz, el cierre del local».

Mientras, la familia tuvo que mudarse porque no podía dormir, algo que afectó incluso al rendimiento escolar de su hija.

Pasó año y medio desde la primera denuncia hasta que  el local obtuvo la licencia que le faltaba. El juzgado ha condenado ahora al Ayuntamiento por permitirlo.

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El problema del ruido no es nuevo

El Gobierno ya tuvo que indemnizar en noviembre de 2004, por culpa del Ayuntamiento, a una mujer que sufría ruidos en el barrio de San José y que tuvo que recurrir a los tribunales europeos. Ahora, el Consistorio está inmerso en elaborar un mapa del ruido que pretende detectar los focos y dar soluciones. Además, está ultimando la declaración de zona acústicamente saturara en el entorno de la discoteca Woody y estudiando si lo hace también en El Carmen y Juan Llorens.