Las investigaciones comenzaron hace un año, cuando la Policía detectó un repunte de los robos con tarjeta de crédito. Tras las primeras gestiones, los agentes comprobaron que los sospechosos realizaban sus propias operaciones de retirada de efectivo con tarjetas copiadas por ellos mismos mediante dispositivos ocultos en los cajeros automáticos.
Reclutamiento
El grupo estaba «perfectamente estructurado y tenía una gran capacidad operativa», según informó ayer la Jefatura Superior de Policía. Los ocho detenidos, de 20 a 31 años, reclutaban a compatriotas en Bulgaria para que fuesen ellos los encargados de hacer el trabajo sucio (colocar los dispositivos de copiado, vigilarlos y sacar el dinero con las tarjetas falsas). Pasados tres meses volvían a su país, lo que, según la Policía, dificultó mucho el seguimiento del grupo.
Los dispositivos para copiar las bandas magnéticas de las tarjetas y conseguir los números clave de los clientes eran desarrollados por ingenieros de la banda. Además, facilitaban estos aparatos a otros grupos delictivos.
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