La niña colombiana Omayra Sánchez, de 13 años, agonizó durante sesenta horas ante los periodistas en noviembre de 1985 en la localidad de Armero. Estaba hundida en fango, agua y restos de su casa, destrozada por la inundación posterior a la violenta erupción de un volcán, y tenía las piernas atrapadas. Las imágenes en vídeo y fotografía de la niña dieron la vuelta al mundo.

El reportero francés Frank Fournier, que distribuyó la foto La agonía de Omayra Sánchez, tomada poco antes de la muerte de la cría y publicada por los diarios de todo el mundo, fue acusado de ser un "buitre". Se defendió diciendo que "era importante difundir la historia" y que la imagen sirvió para remarcar la "irresponsabilidad" de las autoridades colombianas, que no disponían de medios de salvamento y desoyeron los anuncios sobre la inminente erupción del volcán.

La exposición Kontroversietl! (¡Controversia!) incluye la foto de Omayra, que ganó el premio World Press Photo de 1985. Es una de las ochenta imágenes del siglo XX seleccionadas porque compendian los dilémas éticos y morales de la fotografía. La muestra está en cartel, hasta el 12 de agosto, en el museo Trapholt de la ciudad danesa de Kolding.

La pretensión de los organizadores es enfrentar a los visitantes con las fotos más polémicas del siglo pasado — por ejemplo, el paseo lunar del astronauta Buzz Aldrin en 1969, que es considerada un montaje por algunas teorías— para que se formulen preguntas como: "¿nos manipulan las fotos?, ¿nos hacen insensibles?, ¿dicen la verdad?".

Kontroversietl! contrapone fotografías de duodosa veracidad —como la archiconocida El beso (1950), de Robert Doisneau, un mon taje con dos actores pero presentada como una escena real— con otras que son un "importante testimonio de la verdad" al "revelar y documentar la atrocidad de la guerra y los desastres" —por ejemplo la de los presos de la cárcel de Abu Ghraib de Iraq— con otras manipuladas —las falsas fosas comunes de Timisoara (Rumanía) difundidas en 1990—.

La manipulación de la fotografía es "la parte de atrás de la medalla de la verdad", señalan los organizadores de la exposición, que resaltan la capacidad de las imágenes de "influir en la opinión pública" de forma "inapropiada".

"¿Está bien eliminar el cigarrillo del fumador empedernido Sartre a causa de una políticamente correcta campaña antitabaco?", se preguntan en torno a otra de las imágenes expuestas, la del filósofo francés conveniente retocada para borrar un cigarrillo y adaptarse a la legislación antitabaco. "¿Podemos creer en las fotografías que vemos en los medios de comunicación o son todas manipuladas? Si es así, ¿con qué finalidad han sido manipuladas?".

Un buen ejemplo de  que los límites "se han trasladado"  son las fotos privadas de niños desnudos. En la década de los años setenta eran consideradas artística y ahora están en la frontera de la pornografía infantil. La foto de Brooke Shields desnuda en el set de rodaje de Pretty Baby (La pequeña, Louis Malle, 1978) sigue siendo distribuida legalmente pese a que la actriz ha reclamado judicialmente que sea retirada de circulación. La madre de Shields vendió en su momento los derechos de uso de la imágen al fotógrafo Garry Gross.

Otra foto resaltada por la exposición es la de Lee Miller —ella misma fotógrafa, aunque esta vez se dejó retratar por su compañero David E. Scherman— bañándose en 1945 en la bañera de un apartamento que había pertenecido a Hitler. Miller y Scherman había estado trabajando todo el día en la documentación de la liberación del campo de concentración de Dachau y la broma de la foto del baño despertó una corriente de críticas por su inoportunidad.