Ian Fleming utilizó este bonito encabezado para titular la quinta novela de James Bond. Ahora nos viene como anillo al dedo para definir el contenido de la exposición que recalará en Madrid durante los próximos cuatro meses: El Hermitage en el Prado.

La bonita historia de amor entre los míticos museos ruso y español se iniciaba a principios de este año cuando una parte de la extensa colección del Prado aterrizaba en San Petesburgo, convirtiéndose en la muestra de mayor éxito en la historia del Hermitage (más de 600.000 visitantes). Ha llegado el momento de devolver la visita y con este objetivo desembarcan los tesoros del gran museo ruso en la capital.

Un total de 90 obras procedentes de las célebres colecciones de pintura, dibujo y escultura, a las que se suman otras tantas correspondientes a sus colecciones arqueológicas y de artes decorativas, además de trajes de época y mobiliario. Fruto del coleccionismo de los zares primero —afición que inició Pedro el Grande—, y de los inversores privados durante el siglo XX, el recorrido del visitante por los fondos de este gigante del arte comenzará entre retratos de emperadores y cuadros de las espléndidas vistas de interiores del palacio (ocupa, entre otros, el Palacio de Invierno de Catalina la Grande).

Sin embargo, las verdaderas joyas llegan a continuación: obras maestras de la pintura como el San Sebastián de Tiziano, el Tañedor de laúd de Caravaggio, el Almuerzo de Velázquez o el Retrato de un estudioso y la Caída de Haman de Rembrandt. Dibujos de Durero, Rubens, Watteau e Ingres; o el boceto en terracota de Bernini para el Éxtasis de Santa Teresa. Celebre es también su colección de pintura impresionista y posimpresionista: Monet, Cézanne, Renoir, Gauguin, Matisse; así como sus Picassos u obras de la vanguardia rusa de Kandinsky y Malevich. Privilegio para la vista por tiempo limitado.

EL HERMITAGE EN EL PRADO. Prado (Madrid) / Hasta el 25 de marzo / museodelprado.es