En el mundo de Noelia

Dos psiquiatras explican el delirio que vivió la doctora De Mingo el día de 2003 en que mató a tres personas.
Noelia de Mingo es conducida a la Audiencia Provincial.
Noelia de Mingo es conducida a la Audiencia Provincial.
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Noelia de Mingo es conducida a la Audiencia Provincial.

Noelia de Mingo sintió que actuaba en defensa propia. Estaba convencida de que en el hospital había un complot contra ella y de que los corrillos decían que era una obsesa sexual.

Les oyó decir que iban a quitársela de encima. Intentó evitarles, esconderse... Les vigiló de cerca para que no le hicieran daño. Pero ya no podía más. Y sacó su cuchillo.

La experiencia que vivió en 2003 la doctora Noelia de Mingo, a la que se juzga estos días en la Audiencia Provincial por tres homicidios y siete agresiones, se denomina brote psicótico o delirio, que no es otra cosa que una confusión mental.

En el juicio, sus ex compañeras han dicho que la veían «rara» esos días, que pasaba visita a sus pacientes de espaldas y que escribía en un ordenador apagado. La doctora vivía en su propio mundo interior un drama para ella tan real como la vida misma.

Un ataque para defenderse

«En el momento del ataque, ella estaba defendiendo su vida. Se sentía acosada por seres naturales y extranaturales. Seguro que lanzó cuchilladas al aire, a personas imaginarias», explica el catedrático en Psiquiatría Francisco Alonso-Fernández.

Un ataque como el que se vivió en la Jiménez Díaz le indica al doctor Elías G. Esparza, experto en homicidas con enfermedades mentales, que Noelia «creía de verdad que la perseguían y que la presión era para ella tan real como inaguantable».

Torrente de sangre

Con la mirada desorbitada y el ensañamiento descrito por los testigos, Noelia convirtió el pasillo de la tercera planta del hospital en un torrente de sangre y dolor. Murieron Leilah, Jacinta y Félix. A uno de ellos le dio hasta nueve puñaladas. Tras esta orgía de violencia, se derrumbó.

No debió tener una sensación de venganza cumplida, sino más bien un alivio temporal.
«No debió tener una sensación de venganza cumplida, sino más bien un alivio temporal, un relajamiento. Y no se sentiría culpable», especula el doctor Esparza.

Tres años después, Noelia seguramente tenga recuerdos fragmentados de lo que hizo, pero con un nivel bajo de conciencia, según Alonso-Fernández.

Ambos coinciden en que su recuperación es posible, con un tratamiento farmacológico y terapias.

«Lo más seguro es que el juez la encuentre no responsable y la ingrese en un centro cerrado, donde pase al menos diez años, dada la alarma social», según Esparza. Después, Noelia saldrá al mundo real.

Una enfermedad poco violenta

Los psiquiatras han diagnosticado a De Mingo una esquizofrenia paranoide, un trastorno caracterizado por una pérdida de contacto con la realidad, pero que no es la enfermedad que los psiquiatras asocian más con la violencia.

El esquizofrénico tiende más a la autolesión. El 1% de la población padece este mal, que con medicación permite llevar una vida normalizada.

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