A pesar de su corta carrera artística, Amy Shackleton (Ontario-Canadá, 1986) ya tiene una técnica propia para crear sus cuadros. Pinta sin ayuda de ningún pincel, enfrentándose al azar de los hilos de pintura acrílica que corren por la superficie blanca del lienzo.

Es una cazadora de paisajes rurales y urbanos, que suelen aparecer mezclados en su obra: "Cada pintura empieza con una fotografía. Hago fotos allá a donde voy: Ontario, Quebec, Alberta, Croacia, Austria, Perú, Estados Unidos, Inglaterra, Marruecos..."

Después trata las imágenes superponiéndolas, fusionándolas para unir dos mundos diferentes que la cautivan por igual. "Preveo un mundo en que la naturaleza y la ciudad puedan coexistir. El mundo urbano tendrá que aprender a ser responsable, perceptivo y sostenible", dice con optimismo.

Tras la mezcla de paisajes, empieza a trabajar sobre el lienzo. Shackleton tiene sobre el caballete de pared en el que trabaja un aparato rotatorio que mueve la superficie según las necesidades. Utiliza botellas de plástico blando, con boquillas estrechas de las que sale la pintura. "Usando la fuerza de la gravedad puedo dirigir los colores, pero también dejar sitio para los resultados impredecibles".

En este vídeo, editado en timelapse, puede apreciarse la forma de trabajar de la artista.

"Al principio se valía de los pinceles para hacer los detalles finales, pero tras años de práctica es capaz de conseguir trazos y curvas sin ayuda de otra técnica que la inclinación del cuadro. En las obras de su última exposición en Toronto (Canadá) sólo usó el pincel para firmar los lienzos. "Y eso

es posible que cambie pronto", añade convencida de su capacidad técnica.

El resultado de los cuadros de Amy Shackleton son escenas llenas de movimiento, perspectivas urbanas con una presencia vegetal que las envuelve con suavidad: "Es un punto de vista positivo de las ciudades del futuro. Devuelvo la naturaleza a la urbe para fomentar iniciativas sostenibles".