Las calaveras "ligeramente perturbadoras y complejas hasta la locura" de Laurie Lipton

  • La artista propone una reflexión sobre la decadencia física.
  • Sus obras, en blanco y negro y de técnica clásica, presentan a esqueletos en situaciones cotidianas.
  • "Nos estiramos la cara, nos inyectamos bótox, tomamos pastillas, nos echamos cremas y gastamos dinero para evitar la muerte".
Uno de los dibujos al carboncillo de Laurie Lipton, artista neoyorquina afincada en Londres
Uno de los dibujos al carboncillo de Laurie Lipton, artista neoyorquina afincada en Londres
Laurie Lipton
Uno de los dibujos al carboncillo de Laurie Lipton, artista neoyorquina afincada en Londres

"Las calaveras siempre se ríen. A lo mejor lo hacen porque se burlan de nosotros". Laurie Lipton dibuja a esqueletos tomando el té, enlazados en un baile de salón o ataviados como personajes nobiliarios.

Cuando se le pregunta si la cultura de la muerte presente, por ejemplo, en las tradiciones mexicanas, es uno de sus referentes, responde con una negativa: "Mi cultura  huye despavorida de la muerte. Veneramos la juventud, la belleza y la ilusión de que tenemos todo el tiempo del mundo. Nos estiramos la cara, nos inyectamos bótox, tomamos pastillas, nos echamos cremas y gastamos dinero ante la muerte".

En la misma línea señala que los humanos actuamos como si la muerte sólo fuese cuestión de los demás: "Sólo los perdedores mueren. En México morir se ve como algo normal, incluso ridículo. Admiro esa tradición porque es más saludable que la mía. Usar símbolos del Día de los Muertos me resulta catártico y rebelde".

Máquinas y seres enajenados

Las obras de esta artista, que no indica su edad pese a proponer una crítica a la falsa idea de la eterna juventud, son una reflexión constante sobre la decadencia física. Nacida en Nueva York y establecida en Londres, dibuja a carboncillo y lápiz y casi siempre en blanco y negro escenas de un apocalipsis posible donde las máquinas parecen salidas de un libro de Julio Verne y están manejadas por seres enajenados.

Sus dibujos, que define como "ligeramente perturbadores y complejos hasta la locura", forman parte de las corrientes visionarias del arte actual, pero tienen una factura academicista y clásica. Cuando empezó a pintar sólo deseaba hacerlo como los maestros flamencos del siglo XVI. "La gente se burlaba de mis deseos de parecerme a Memling y Van Eyck", recuerda.

Más tarde, mientras viajaba por Europa, se vió obligada a recurrir a la técnica barata y fácilmente transportable del lápiz y el papel. "Empecé a dibujar líneas finísimas para construir tonos. Es un proceso increiblemente tedioso, pero me permite lograr un enorme grado de detalles y profundidad. En una foto o en la pantalla del ordenador no eres capaz de ver lo intrincado de las obras".

Mostrar comentarios

Códigos Descuento