Normalidad

Tal vez esta mañana padezcan de melancolía.
Acaban ustedes de salir de más de quince días de festejos, religiosos o primaverales –que para fiestas aquí está Murcia y sus pedanías– y regresa usted al trabajo después, quizás, de unos días de vacaciones. Atrás quedó el récord de los botellones colectivos –léase Bando de la Huerta– y ese éxtasis del pito que es el Entierro de la Sardina, por no hablar de esa Semana Santa que en Murcia dura al menos diez días. ¡Qué triste es la vida! De nuevo ahora la vulgar rutina. Sin embargo, tal vez les consuele saber que ha recuperado la normalidad, que de nuevo puede pasear sin que se lo impida el trono del día o sin que se interponga el desfile de la noche. Las tiendas y los cafés recuperan sus terrazas y su enjundia habitual. Nadie le empuja ni le vomita encima, los coches circulan por donde circular solían; puede de nuevo entrar y aparcar en su parking de siempre. En El Corte Inglés vuelve a ser primavera. La vida es de nuevo bella. ¡Viva la normalidad…!
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